Actualmente la pesca de arrastre sigue generando una ola de críticas, rechazo y polémica entre grupos ambientalistas, así como el intento de implementación de leyes que eliminen esta práctica -como algunas propuestas de la Comisión Europea-, ya que no sólo destruye hábitats marinos, sino que amenaza y pone en riesgo la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
¿Qué consecuencias tiene la pesca de arrastre en los océanos?De acuerdo con Oceana, la mayor ONG internacional dedicada exclusivamente a la conservación de los océanos y a la recuperación de los ecosistemas marinos, la pesca de arrastre es un método no-selectivo ampliamente utilizado para capturar peces e invertebrados marinos. Consiste en el arrastre de una red a través del agua detrás de uno o más botes y se divide en dos tipos: la pesca de arrastre de media-agua y la pesca de arrastre de fondo.
En la pesca de arrastre de media-agua las redes son utilizadas para capturar a aquellos peces que no se encuentran en el fondo marino. Por otro lado, la pesca de arrastre de fondo, como su nombre lo sugiere, es una técnica que consiste en arrastrar grandes redes por el fondo marino, usualmente contienen barras o dientes de acero. Ambas resultan en severas afectaciones a la biodiversidad biológica, pues en el intento de recolectar una población objetivo, el arrastre de las redes por kilómetros remueve a otras especies, en lo que se conoce como "pesca incidental", y destruye hábitats esenciales -praderas de posidonia, corales, etc.-, alterando y perturbando las propiedades físicas del fondo marino.
Acciones de la Comisión Europea contra la pesca de arrastreLa pesca incidental resulta en la captura de cientos de ejemplares de otras especies -no la deseada en ese momento-, que serán desechados por completo una vez que se realice la selección de la población objetivo. Imágenes del documental "Océano con David Attenborough", publicado por National Geographic, muestran la cruda y desgarradora realidad que viven los cientos de animales marinos mientras intentan escapar de las gigantescas redes que los llevarán a su inevitable captura y muerte.
Keith Scholey, el codirector del documental confesó que "realmente no querían grabarlo", ya que significaría interactuar con el destructivo proceso, sin embargo, decidieron que las personas tenían que ver lo que realmente ocurre durante esta práctica.