‘El Parque del IMSS era una montaña de cuerpos’

Un sepulturero todavía recuerda los estragos del terremoto de 1985, el cual cobró la vida de cientos de personas

CIUDAD DE MÉXICO.- Tras 40 años, el sepulturero Raúl Flores García todavía recuerda los estragos del terremoto de 1985, el cual cobró la vida de cientos de personas, mismas que fueron enterradas por él en el Panteón Francés de La Piedad, el cual no se daba abasto ante la cantidad de familias que requerían los servicios. 

“Fue un desastre muy fuerte. Fue algo insólito. Donde está la Plaza Delta antes era el Parque de Beisbol y ahí empezaron a traer todos los cuerpos que no estaban reconocidos. Era una montaña de cuerpos con muchísimo hielo que les ponían encima para que no se descompusieran tan rápido, mientras alguien pasaba a reconocer si algún familiar era de ellos”, recuerda. 

De pasar a enterrar a una persona cada dos semanas, a sus 17 años sepultaba hasta siete cuerpos por día. Trabajaba un día completo: en el día abría fosas, grababa letras y realizaba los entierros; en la noche, velaba el panteón dado que las instalaciones sufrieron daños considerables. 

“Aquí en el panteón la puerta se había caído, los muros, las bardas de allá atrás, fosas también, capillas, se vinieron muchas cosas abajo. Aquí adelante se cayó un edificio, muchas casas y en ese momento nos tocó sepultar a muchas familias que fallecieron en el incidente, esposos, hijos. No podíamos enterrarlos juntos porque en lo que localizaban los cuerpos, primero sepultábamos a lo mejor al hijo, al papá o al hijo y a la mamá, y después a los demás familiares”, cuenta.

En entrevista con este medio, recuerda cómo a su corta edad tuvo que trabajar turnos corridos en el panteón para sostener la crisis de cuerpos y carga de trabajo que se avecinaba aquel septiembre.

“Fue una locura todo eso, muy muy triste porque muchas construcciones se vinieron abajo, familias completas muertas, la saturación de los cuerpos que llegaban, teníamos que abrir las fosas para prepararlos, eran hasta siete fosas que teníamos que abrir y éramos poco personal, éramos cinco personas para todo”.

El también florista todavía recuerda el olor a putrefacción que emanaba desde el Parque de Beisbol hasta el Panteón Francés, que, sin puertas ni bardas, continuaba con los servicios día y noche con poco personal. Además, el terremoto de magnitud 8.1 estuvo a punto de cobrarse la vida de dos trabajadores del panteón, señala Flores García. 

“El señor que era velador siempre barría a las 7:30 de la mañana, pero ese día empezó a barrer antes. Ya cuando se retiró dice que fue cosa de segundos cuando se empezó a mover todo y se cayó la puerta. Yo creo que le hubiera tocado a él. Otro también se salvó de puro milagro”, reflexiona.