Dilema en México: o paga o asume el final de sus osos pandas

Xin Xin, la última panda de Latinoamérica, no es un oso común

CIUDAD DE MÉXICO

Xin Xin, la última panda de Latinoamérica, no es un oso común. Originaria de México, es la única descendiente que queda viva en todo el continente de un grupo pandas gigantes que China obsequió a países extranjeros en las décadas de 1970 y 1980.

El zoológico capitalino de Chapultepec es uno de los dos únicos zoológicos en el mundo que posee pandas sin la supervisión directa del gobierno chino. Esa era ve cada vez más cerca su final después de casi 50 años porque Xin Xin, la nieta de los pandas regalados por China en la década de 1970, no tuvo cachorros y está en la menopausia ya con 32 años.

El futuro de la estirpe podría llegar a su fin si el gobierno de México sigue sin decidirse a pagar un millón de dólares al año por recibir en préstamos una nueva camada de China en préstamo por 10 a 15 años.

Después de la muerte en julio de la tía de Xin Xin, Shuan Shuan, funcionarios mexicanos iniciaron conversaciones con el embajador chino en México. El gigante asiático ahora presta pandas gigantes por ese período y ese monto anual, con la idea de apoyar la conservación de los osos en ese país.


  • Xin Xin, el último panda gigante en Latinoamérica, camina en su recinto en el zoo de Chapultepec en Ciudad de México, el viernes 11 de noviembre de 2022. Xin Xin pasa el tiempo relajándose en una hamaca y paseando tranquilamente alrededor de su entorno en busca de bambú o de las manzanas rojas que son sus favoritas y que su cuidador a veces le esconde.

La esperanza de vida de un panda gigante en vida silvestre es de unos 15 años, pero en cautiverio han llegado a vivir hasta los 38.

Décadas de esfuerzos de conservación en la naturaleza y estudios en cautiverio salvaron al panda gigante de la extinción, aumentando su población de menos de 1.000 ejemplares en un momento, a más de 1.800 hoy en día, que se encuentran en vida silvestre, zoológicos y centros reproductores chinos.

El notable éxito de Chapultepec lo convierte en uno de los dos únicos zoológicos que ejecutan un programa de pandas fuera del control del gobierno chino, según el Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos.

El otro está en Taiwán, que recibió dos pandas en 2008 a cambio de un par de venados sika en peligro de extinción.

Han nacido ocho pandas en México, de los cuales cinco sobrevivieron hasta la edad adulta. Décadas de estudio en el Zoológico de Chapultepec han producido un amplio conocimiento, así como la recolección de muestras de semen y tejido ovárico de algunos de sus ejemplares que preservan en su banco de recursos genómicos que los científicos esperan que les permita continuar ayudando en la conservación de los pandas incluso después de que Xin Xin se haya ido.

Carlos Cerda Dueñas, académico del Tecnológico de Monterrey que ha estudiado la llamada “diplomacia panda” de China y el caso mexicano, dijo a The Associated Press que es muy posible que el gobierno de Xi Jinping “estaría en las mejores condiciones” para firmar un convenio con México por la importancia estratégica del país latinoamericano, pero admitió que desde el punto de vista de la política de austeridad de López Obrador lo ve "muy difícil”.

Lo que no está en duda es el poder de atracción de los pandas. En el Zoológico de Chapultepec hay un museo dedicado a ellos que exhibe fotografías de los animales a lo largo de los años, moldes en resina de sus huellas, restos de pelo de panda y docenas de dibujos que los niños han hecho a través de los años de los carismáticos animales.

La última piñata de cumpleaños de Shuan Shuan también está en el museo. Pero Xin Xin es la verdadera atracción.

El costarricense Juan Vicente Araya se maravilló días atrás con Xin Xin junto a su familia.

“Desde el más grande hasta el más pequeño, todos en casa, cuando decidimos viajar a México veníamos con la ilusión de poder ver un panda”, confesó Araya, de 38 años. El empleado de una corporación estadounidense dijo visitar el zoológico fue lo primero en la agenda de viaje al aterrizar desde Costa Rica.

“A nivel de Latinoamérica no muchos tenemos la oportunidad de poder ver a un panda… La verdad que para nosotros valió la pena venir”, concluyó.