Ayudan criterios ambientales a crear valor en tu empresa

El tema es cada día más evidente, urgente y menos controvertido, señalan especialistas

Promover buenas prácticas socioambientales, bajo los criterios ESG (Environmental, Social and Governance por sus siglas en inglés), se ha convertido en un indicador de calidad para las empresas que desean ser exitosas, sostenibles en el tiempo, así como comprometidas y responsables con el medio ambiente y las comunidades donde operan.

Los inversores se centran en compañías transparentes y responsables, que cuenten con una estrategia de negocio con criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo para un desarrollo sostenible, con actividades que contrarresten el consumo excesivo de recursos, falta de diversidad en los equipos y operaciones carbono intensivas, factores que ejercen una constante presión en el mercado empresarial actual.

En el contexto actual, agravado por la pandemia de Covid-19, además de generar valor compartido para todos sus grupos de interés, los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo controlan el impacto de las empresas e impulsan un crecimiento económico sostenible, acelerando la transición hacia sociedades descarbonizadas y inclusivas.

“El tema ambiental es el más evidente, urgente y menos controvertido; estamos enfrentando las consecuencias del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de recursos naturales, como el agua”, consideró André Coutinho, líder de la Práctica de ESG en Advanced Management Consulting Group (AMCG), firma experta en la implementación de mejores prácticas de gestión directiva.


De acuerdo con el especialista, las empresas recurren a los programas "zero footprint" (o de “huella cero”) para reducir las emisiones de carbono, cambiando sus operaciones y logística para, por ejemplo, sustituir gradualmente sus flotillas por vehículos eléctricos con baja emisión o implementar buenas prácticas para el uso eficiente de la agua, entre otras iniciativas de preservación.

“Las empresas que no logren acelerar sus operaciones hacia el “net zero” —o “neutralidad de carbono”, es decir, equilibrio en el que las emisiones de carbono que se producen son iguales a las que se eliminan de la atmósfera— tienen un sofisticado mercado de crédito de carbono para compensar sus emisiones, invirtiendo en fondos globales que impulsan iniciativas que bajan las emisiones”, dijo.

El también director asociado de AMCG explicó que entre las prácticas más avanzadas de 

los criterios ambientales se encuentra la economía circular, que busca alternativas innovadoras para regenerar (dicho de otro modo, remanufacturar, reciclar, reutilizar, reparar, mismo compartir) materiales, embalajes o el producto final en el ciclo de posconsumo; y “ahí

están las mayores apuestas futuras en términos de nuevos modelos de negocio, como Philips, que trabaja sus productos como servicios o productos modulares”.

Respecto a las prácticas en materia social, Coutinho señaló que quizá las líneas más complejas que enfrentan las organizaciones son la desigualdad social, tratando de mejorar el acceso a la educación y empleo de calidad reduciendo las brechas de calificación o adoptando prácticas que promueven inclusión y justicia social, entre otros temas críticos.

“Históricamente, la filantropía de muchos empresarios buscó fijar algunos de los problemas sociales crónicos que enfrentamos, como la mala calidad de la educación en países emergentes. De hecho el tema social más discutido en las empresas es la diversidad e inclusión, como fuerza motriz para mejorar el desempeño empresarial y ofrecer acceso a grupos que no lo no tenían; hay mucho activismo y baja tolerancia de la sociedad en ese sentido”, explicó.

Para el experto en gestión de los factores Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG), una de las brechas más urgentes y con serias implicaciones en el desempeño empresarial es el de las habilidades (“skills gap”) digitales, ya que las compañías no logran avanzar con la transformación digital porque el acceso y habilidades no son suficientes.

“La pandemia sólo empeoró esta situación y millones de jóvenes quedaron sin acceso a la educación y a oportunidades de desarrollo de habilidades. Los problemas y oportunidades están allí; hay, por ejemplo, un movimiento creciente de emprendimiento social en los barrios pobres y que tiene ahí una fuerza transformadora impresionante”, abundó.

Finalmente, recordó que las buenas prácticas de gobierno deben asegurar responsabilidad y transparencia de los miembros de la dirección y la junta directiva, así como la adopción de políticas anticorrupción; asimismo, el gobierno corporativo asegura que las líneas ambiental y social sean prioritarias y que los líderes de la organización pongan mayor atención en la sostenibilidad y perpetuidad del negocio.

“El principal bastión del gobierno corporativo es el cambio hacia un capitalismo de partes interesadas y, con eso, los objetivos y compromisos estén orientados hacia un impacto socioambiental positivo y no sólo a resultados financieros y de clientes. Eso crea una fuerte orientación a la transformación del negocio”, sentenció.