Apenas casi el 50 por ciento de su capacidad total para albergar a 3 mil 500 vacacionistas, registró ayer el Centro Recreativo La Playita de Reynosa en lo que fue el primer día fuerte de flujo de visitantes, esperando que en el resto de los días de Semana Santa se incremente la afluencia.
Los cobros de entrada al lugar fueron de $30.00 por unidad motriz -por estacionamiento-, pero también de $10.00 por cada gente que iba a bordo de las mismas incluidas las que ingresaban a pie, a las cuales les entregaron un brazalete con el que podían andar dentro de las instalaciones y si tenían que salir de ellas por alguna razón. al regresar ya no les cobrarían nuevamente por entrar.
Sin embargo, la polémica surgió entre algunos de los paseantes quienes criticaron el pago de la decena de pesos por entrada a un sitio en donde ni lugar apropiado hay para entrar a bañarse.
Por lo menos chapoteaderos hubiera construido el municipio para sana diversión de los niños varios de los cuales entraron a las sucias aguas del río Bravo con el peligro de sufrir un accidente.
Para algunas familias que acudieron ayer viernes a La Playita, consideraron que ya era tiempo de que se reaperturaran al público los recreativos así como las albercas y demás lugares de diversión, tras dos años y más de pandemia.
La gente ya estaba hasta cierto punto deseosa y hasta desesperada por salir a pasear, dijo Ismael Zavala, quien acompañado de su familia estuvo ayer en La Playita.
Las albercas de la ciudad lucieron abarrotadas. El bullicio y la algarabía retornó a esos lugares que también durante la pandemia ocasionada por el Covid-19, se mantuvieron inactivas.
Niños, jóvenes y adultos fueron vistos disfrutando de la fresca agua, unos nadando, otros jugando con alguna pelota y los menos, solamente parados dentro de los estanques.
LA OTRA PLAYITA
En un tramo del Río Bravo, metros más adelante de la Presa Internacional Anzaldúas, los vacacionistas convivieron en un lugar conocido como ‘la otra Playita’, en donde no cobran por entrar y aunque no tiene juegos infantiles ni palapas, sí cuenta con espacios arenosos donde instalan sombrillas y pasan ahí varias horas. El nivel del agua es bajo y ese aspecto es aprovechado por las familias para meter a sus pequeños al agua aún con los riesgos que ello implica.
Las albercas por su parte, lucieron abarrotadas de bañistas.