Diócesis cierra Año Jubilar y llama a sanar las familias

Mons. Eugenio Lira Rugarcía recordó que Jesús, María y José atravesaron pruebas; invitó a transformar el dolor en esperanza

En una celebración marcada por la gratitud, la fe y el llamado a recomenzar, la Diócesis de Matamoros–Reynosa puso fin al Año Jubilar durante la misa de la Sagrada Familia, donde el obispo Eugenio Andrés Lira Rugarcía pidió a los fieles transformar las pruebas en oportunidades y construir hogares donde la misericordia sea el lenguaje cotidiano.

El obispo recordó que este jubileo fue una experiencia muy especial para la diócesis, que tuvo la oportunidad de reunirse en Roma el año pasado y de inaugurar este año santo tanto en la catedral diocesana como en la sede de Reynosa. "Estamos muy agradecidos con Dios por todas las bendiciones recibidas; fue una gran oportunidad para reunirnos en la fe, en la esperanza y en el amor", expresó.

Mons. Lira Rugarcía subrayó la importancia de que el Año Jubilar concluyera durante la celebración de la Sagrada Familia, ya que recordó que no existe familia que no enfrente dificultades. Incluso Jesús, María y José vivieron momentos de prueba, pero lograron salir adelante escuchando a Dios, permaneciendo unidos y actuando conforme a su voluntad.

Al citar al Papa Francisco, el obispo destacó el ejemplo de San José, quien enseña que es posible transformar los problemas en oportunidades. "No debemos dejarnos vencer por el desaliento ni pensar que la vida solo está hecha de momentos oscuros", afirmó, recordando también reflexiones del psicólogo William James, quien señalaba que en las dificultades surgen la creatividad y el aliento interior.

Durante su mensaje, el obispo señaló que los momentos difíciles son una ocasión para crecer y mejorar, siendo mejores esposos, padres, hijos y hermanos. Asimismo, recordó que el jubileo reafirma que todos somos peregrinos, no solo en el sentido físico, sino como portadores de esperanza para los demás.

Finalmente, Mons. Eugenio Andrés Lira Rugarcía invitó a los fieles a vivir la misericordia en la vida diaria, comenzando en el hogar. "Así como Dios es misericordioso con nosotros y nos ayuda a que nuestra vida sea mejor, también nosotros estamos llamados a ser misericordiosos con quienes nos rodean", concluyó.