El 110 Aniversario de la Revolución Mexicana en Reynosa

La ciudad era defendida por las fuerzas federales huertistas del 27º Regimiento de regulares bajo las órdenes del primer teniente, Severiano Cervantes y del coronel Víctor Piña

Hace 110 años, Reynosa ya se había convertido en el epicentro del tráfico de armas, municiones y todo tipo de suministros para mantener la guerra fratricida conocida como Revolución Mexicana. Los rebeldes, el Ejército del Noreste, llegaron acaudillados por Lucio Blanco para quitarles el control de la frontera a los federales de don Victoriano Huerta.

Para obtener todos los pertrechos del país vecino, necesarios para la campaña que derrocaría a Victoriano Huerta, desfilaron por la frontera caballos, reses y dinero de cuotas. Estos insumos eran obtenidos de la misma población por donde iba pasando el Ejército en el Noreste, recogiendo lo que se conocía como el préstamo forzoso. Paisanos de la frontera, partidarios al grupo de Venustiano Carranza, se prestaban como intermediarios para intercambiar en el país vecino los semovientes por dinero, para después conseguir los rifles Winchester, parque, monturas, uniformes, dinamita, etc. 

Después de las batallas de 1913, entre los constitucionalistas y huertistas en los poblados fronterizos en Reynosa (10 de mayo) y Matamoros (2 y 3 de junio), miembros del Estado Mayor de este primer Ejército del Noreste trató de controlar y administrar las ventas de los animales y las adquisiciones del armamento. Algunos documentos hacen mención de compras de ganado en otros Estados al sur de Tamaulipas o el envío de dinero para la compra del armamento.

 

El Estado Mayor

Originalmente, el Estado Mayor del Ejército del Noreste de Lucio Blanco estaba conformado por los tenientes coroneles Andrés Saucedo y Cesáreo Castro, el mayor médico Daniel Ríos Zertuche, los capitanes primeros Gustavo A. Elizondo, Francisco J. Múgica, Alejo G. González, Benecio López y otros. La mayoría de estos personajes provenían del Estado de Coahuila, algunos eran conocidos de Francisco I. Madero.

Lucio Blanco había nacido en la Villa de Nadadores (hoy Villa Acuña, en el municipio de Múzquiz, Coahuila), en el mes de julio de 1883. Sus primeras letras las cursó en Múzquiz, después fue enviado a Saltillo y a Texas, donde terminó sus estudios. Dentro del ámbito militar había participado dentro de las fuerzas magonistas, en el levantamiento de Las Vacas. Se levantó en armas contra la dictadura porfiriana y combatió la rebelión orozquista dentro de las tropas de Jesús Carranza y de Luis Alberto Guajardo.

Ante el golpe de estado de Victoriano Huerta en febrero de 1913, fue de los primeros en ponerse a las órdenes del gobernador maderista de Coahuila, Venustiano Carranza. Participó en la redacción y firma del Plan de Guadalupe. Carranza ordenó a Blanco como jefe de operaciones militares en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, partió de Monclova al mando de 250 hombres el 5 de abril de 1913. Tomó la población de Cerralvo, Nuevo León, el 10 de ese mes; el 10 de mayo ocupó Reynosa, Tamaulipas; exactamente un mes más tarde tomó Matamoros, tras un combate que duró siete días. Después de lo de Matamoros peleó en el noroeste de México.

Se separaría del Ejército Constitucionalista para unirse a la Soberana Convención Revolucionaria, que desde el 10 de octubre de 1914 sesionó en Aguascalientes. Después de la ruptura con Carranza, fue ministro de gobernación en el gabinete de Eulalio Gutiérrez, electo presidente provisional por este organismo en noviembre de 1914, mantenido la ciudad de México en paz. Años más tarde fue tomado preso y sentenciado a más de cinco años, pero sería absuelto, regresando a lado de Carranza. Salió al exilio a Texas en 1920, al huir Carranza debió a él, el Plan de Agua Prieta. Con engaños sería traído a la frontera de Texas, donde falleció ahogado al cruzar el río Bravo.

Francisco José Múgica Velázquez, fue uno de los principales del Estado Mayor del ejército de Blanco; nació en Tingüindín, Michoacán en 1884. Sus estudios lo llevaron al Seminario de Zamora, pero no terminó y se dedicó al ramo rentístico. Fundó modestos periódicos de combate; viviendo en la ciudad de México, en 1910, abandonó su trabajo para unirse a la Junta Revolucionaria de Madero en San Antonio, Texas. Múgica influenció en la creación de los artículos en la Constitución de 1917.

El personal del Estado Mayor del Ejército del Noreste provenía principalmente del Estado de Coahuila. El doctor Daniel Ríos Zertuche había estudiado medicina y farmacia en Atlanta, Georgia, en los Estados Unidos; él era originario de Monclova, Coahuila. Cesáreo Castro Villarreal era oriundo de Cuatro Ciénegas, Coahuila. Gustavo Elizondo era originario de Melchor Múzquiz, Coahuila. Alejo González González había nacido en Guerrero, Coahuila. Benecio López Padilla, era de Zaragoza, Coahuila. Otro que era de esa entidad era Andrés Saucedo.

Ellos habían participado en la lucha constitucionalista, elaborando y/o firmando el Plan de Guadalupe del 26 de marzo de 1913. También estuvieron presentes en el reparto agrario que estableció el fraccionamiento de la Hacienda Los Borregos en Matamoros, Tamaulipas. Todos ellos lograron ser generales de brigada o de división, a través del tiempo.

 

La campaña

La campaña Constitucionalista en Nuevo León empezó el 10 de abril en Cerralvo, para proceder a diferentes puntos en ese Estado, librando algunas escaramuzas y combates. Al internarse al oriente hacia Tamaulipas, tomaron entre el 22 y el 27 de abril, las villas de Burgos, Méndez, San Fernando y Santander Jiménez, desalojando las fuerzas huertistas hacia Ciudad Victoria.

Llegaron a San Fernando por segunda ocasión antes de dirigirse hacia la frontera. El contingente pernoctó en el Charco Escondido o Congregación Garza, antes de continuar, saliendo temprano el 10 de mayo hacia Reynosa, entre las 2 y las 3 de la mañana. Para entonces, el ejército de Lucio Blanco se había duplicado, casi tenía los 500 soldados.

  • A las 7:25 de la mañana del 10 mayo, los rebeldes carrancistas estaban estacionados en el rancho Jacalitos, a 25 kilómetros de Reynosa. De allí se enviaron dos grupos de soldados, uno hacia Corrales, al oriente de la villa y otro hacia el poniente, a quemar puentes y destruir las vías del tren, previniendo la llegada de refuerzos federales desde Matamoros y Los Aldamas, Nuevo León.

 

La situación en Reynosa

Reynosa era defendida por las fuerzas federales huertistas del 27º Regimiento de regulares, bajo las órdenes del primer teniente Severiano Cervantes y del coronel Víctor Piña. El número más probable de este grupo ascendía a 51 soldados, aunque las cifras varían en algunos documentos históricos. En la mañana de ese sábado, entre las 8 y las 10 de la mañana, las fuerzas federales de Reynosa fueron reforzadas por tren desde Matamoros con soldados del 6º Regimiento, que lo conformaban alrededor de 100 hombres bajo las órdenes de Luis Cerón.

El total de las fuerzas militares llegaban a 150 hombres, aunque con los federales también participaron un número indefinido de hombres del 1º Regimiento de Rurales, auxiliares del Regimiento 27º y fiscales. El total de las fuerzas federales pudo haber ascendido a mayor número de hombres como lo plantean algunas fuentes documentales.

Según el reportaje en el Heraldo de Brownsville, el teniente Cervantes y sus 51 soldados salieron a topar la avanzada en el monte al sur de la villa. Seis federales perecieron y 15 fueron heridos en ese primer encuentro. Muy pronto fueron rebasados en número y empezaron la retirada al pueblo de Reynosa. La primera confrontación entre los huertistas y los revolucionarios, sucedió de 6 a 15 kilómetros al sur de Reynosa, a las 12 del mediodía durando tan solo 30 minutos. El sitio se mencionaba con los nombres de La Ciénega o Laguna Seca, probablemente la actual Laguna Escondida.

La tradición oral, relaciona esta previa batalla con las lomas que se encuentran en la esquina que forman las calles Rodolfo Garza Cantú (Revolución o Río Purificación) y el libramiento a Monterrey. Los federales trataron de emboscar a la columna carrancista en ese lugar, pero fueron fácilmente superados en número. Mientras los refuerzos de Matamoros se encontraban en los techos de las casas, preparados para cubrir la retirada. Pero los rebeldes los seguían de cerca, dándose cuenta que eran cientos de ellos contra solo 150 federales.

Una intensa pelea se intensificó en el interior del pueblo en una forma violenta y devastadora, extendiéndose en diferentes puntos de la pequeña villa fronteriza. Por lo menos treinta vagones del ferrocarril fueron incendiados, además de una locomotora con un carro Pullman de pasajeros. La antigua estación de madera quedaría convertida en cenizas. Otras dos locomotoras quedarían varadas a las afueras, entre Río Bravo y Reynosa.

La batalla terminaría unos minutos después de las 4:00 p.m., de ese día 10 de mayo, según datos en los escritos de Francisco J. Múgica, resultando las fuerzas constitucionalistas dueños de la plaza. Para entonces, quedaron incendiadas las casas de don Rosendo García, don Porfirio Rodríguez, don Ramón Garza Cantú, don Rafael M. Quintanilla y una máquina despepitadora de algodón del señor Mamiliano Rodríguez. 

Según un informe del Agente De la Garza, rendido al Cónsul (huertista) de México en Brownsville, Texas, acerca del ataque a la ciudad de Reynosa, habían sido saqueadas y robadas las casas de don Gerardo Gutiérrez, Mamiliano Rodríguez y la de Rafael M. Quintanilla. Reportes sobre espionaje presentado por ambos bandos, huertistas y carrancistas, dan su versión de los destrozos en el comercio de don Gerardo M. Gutiérrez, en la esquina de las calles Matamoros e Hidalgo.

Entre los fallecidos identificados de parte de los federales huertistas quedaron, el teniente del 6º Regimiento, Luis Girón; cabos del Regimiento 27º de irregulares, Antonio Valero y Darío G. Gallegos; soldados del Regimiento 27º de irregulares, Pablo Sánchez y Feliciano Lara. De esta misma facción se reconocieron como heridos en la batalla, del Regimiento 27º de irregulares, soldados Apolonio Reyes, Abundio Castillo, Francisco Méndez y Crispín Báez, y del 1º Cuerpo de Rurales, Trinidad Rodríguez.

Entre los carrancistas heridos se mencionaron a Jesús Rodríguez, Manuel Velázquez, Juan Cortés, Luis Tabares, Jesús Rivero y el capitán 1º Alejo Garza González. Este fue uno de los personajes que dirigió el ataque ya dentro del poblado de Reynosa, bajo las órdenes de Francisco J. Múgica; para su curación sería primero trasladado a Hidalgo y posteriormente a San Antonio, Texas.

Como lo plasmó el fotógrafo americano P. S. Glenn, entre los puntos donde se concentró la batalla, se encontraba un edificio del gobierno por la calle Matamoros, enfrente de lo que era la Plaza Zaragoza, el actual mercado del mismo nombre. El edificio sería utilizado por el Hotel Monterrey años después. La refriega se extendió hacia la plaza principal donde quedarían los cadáveres del enfrentamiento en el techo del antiguo edificio de la Casa Consistorial. El último bastión de hombres voluntarios lucharía en la antigua Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.

Aunque el grueso de las tropas federales huyó por las vías hacia Matamoros, parte de las fuerzas compuestas por rurales y federales se retiraron en desbandada cruzando el río Bravo, para el lado de Texas, donde serían capturados por tropas del 14º Regimiento de Caballería que cuidaba la frontera americana en Hidalgo, Texas. La calle principal de ese poblado se encontraba llena de personas, algo nunca antes visto. Algunos diarios publicaron la muerte de ocho federales ahogados al tratar de cruzar el río. Cerca de 14 federales fueron fusilados ese mismo día en Reynosa. Además, 27 federales capturados en Reynosa fueron llevados a Río Bravo, donde 10 fueron fusilados el 14 de mayo como resultado de un motín.

La historiografía local ha tratado de ocultar la violencia de esta batalla como algo que nunca pasó, pintándola algunas veces como una simple escaramuza, enfatizando solamente los hechos ocurridos en Matamoros. Pero son muchas las historias que habrá que contar sobre los sucesos de ese 10 de mayo de 1913 en Reynosa, cuando los constitucionalistas arrebataron a los huertistas el control de esta plaza fronteriza. Pero estas historias serán contadas en otra ocasión.


Lucio Blanco tendría 30 años de edad cuando su ejército tomó la plaza de Reynosa, foto ca. 1909. Mediateca INAH.