Pedro Sola recuerda a amigos que perdió en la epidemia del VIH

El conductor habló de cómo ha vivido su homosexualidad

  • CIUDAD DE MÉXICO

Pedro Sola rememoró cómo experimentó su orientación sexual desde que era joven, pues desde que era niño se sintió atraído por los hombres, y aunque nunca fue víctima de la discriminación, lo que sí vivió fue la pérdida de amigos y conocidos que murieron durante la emergencia de la epidemia del VIH, la cual tuvo su punto más álgido a finales de los años ochenta y principios de los noventa.

El conductor de "Ventaneando" estuvo como invitado en el programa de entrevistas de Pati Chapoy, a la que le contó algunos pasajes de su vida, entre ellos, expresó que desde muy chico supo que era homosexual pues le gustaba apreciar el físico de sus compañeros de la escuela y no el de sus compañeras, además, expuso que nunca se sintió atraído por los deportes, pues prefería invertir sus ratos libres para conversar con su abuela, la que le enseñó a tejer.

A su consideración, nunca ocultó su orientación sexual y asegura que su madre sospechaba que era homosexual cuando a sus 14 años, una noche mientras merendaban, le hizo la observación que ella creía que a él le gustaban los hombres, lo que "Pedrito" reconoció y, aunque en principio, le dijo que debían ir al doctor, la abuela del conductor expresó que no lo llevarían a ningún lado porque esa no era una enfermedad y que, además, nunca se le iba a quitar.

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En el caso de su padre, a quien denominó como un "ángel" por ser un hombre, recto muy educado y respetuoso, recordó que aunque escuchó su respuesta, no se inmutó ni hizo ningún gesto de desacuerdo, en cambio, siguió leyendo su periódico y la merienda prosiguió como si nada hubiera ocurrido.

Y aunque en su casa nunca fue discriminado por su orientación, Pedro dijo que en las escuelas a las que acudió tuvo que lidiar con ciertos comentarios alusivos a su homosexualidad, como ocurrió cuando iba en la secundaria, época en la que comenzó a usar un aparato ortopédico para mejorar su postura, la cual usaba debajo de su playera de la escuela por lo que no era perceptible a primera viste pero sí al tacto, por ello, cuando un compañero lo tomó por la espalda, comenzó a esparcir el rumor de que Sola usaba brasier.

La especulación se aclaró al poco tiempo, cuando su profesor de francés le preguntó qué era lo que usaba debajo del uniforme, aunque esa no fue al último señalamiento al que se enfrentó pues, durante sus estudios de universidad, cuando tomaba el taller de teatro recuerda que hubo quien hizo este comentario: "Ay, mira ahí viene el maricón de Pedro Sola", sin embargo, el amigo que lo acompañaba le dijo que no era así, que lo que pasaba es que era de los integrantes de teatro, pues en esa época se asociaba al arte con una forma más sensible de ser.

Con los años y con la ayuda de su terapeuta, Pedro se dio cuenta que lo idóneo era enamorarse de los hombres de su mismo círculo, es decir, que compartían su orientación, para evitar que a quienes pretendía tomaran a mal sus confesiones, época en la que comenzó a disfrutar más de su forma de ser, sin embargo, en ese momento surgió la epidemia del VIH, una enfermedad de la que había mucho desconocimiento, por lo que gran parte de la población que la padecía, perdió la vida en muy poco tiempo.

De hecho, reconoció que si él se salvó de la enfermedad es porque sostuvo muy pocas relaciones sexuales a lo largo de su vida y, aunque no fue afectado directamente, fue testigo de la partida de muchas personas que eran sus amigos o conocidos de sus amistades.

"Vino la epidemia horrible del VIH y la gente se comenzó a enfermar, entonces yo empezaba a ver a mis amigos que si no hacía frío andaban medio abrigaditos y yo decía: 'Este se me hace...', porque de repente de entra paranoia, aunque yo no tenía relaciones con nadie, bueno... tenía una pareja en esa época pero ni siquiera él tenía relaciones, porque éramos más amigos que pareja, pero de eso que ves a tu alrededor que de pronto ya se enfermó, que ya se fue al hospital y de repente se murió", rememoró.

"Un día, con este amigo que fuimos pareja y yo, hicimos una contabilidad de la gente cercana, entre amigos, conocidos, y gente de la que a lo mejor no éramos cercanos, contamos 55 personas que murieron de VIH", precisó.

Fue así que se percató que había un proceso emocional general que atravesaban las personas que contrajeron la enfermedad que, al enterarse de su diagnóstico, se asustaban y alejaban de todas las personas para, más adelante, resignarse, y tomar con humor su inminente partida.