- Ciudad de México
Un mundo postapocalíptico, salvaje y en ruinas, una sociedad sumergida en la desesperanza, un virus incurable, letales infectados por aquí y peligrosos humanos por allá. Y sin embargo, el amor.
El amor, coinciden Craig Mazin y Neil Druckmann, creadores del fenómeno televisivo The Last of Us, es el eje de todo. Muchos tipos, pero principalmente, el “incondicional” de Joel (Pedro Pascal) por Ellie (Bella Ramsey), y viceversa.
Él es el endurecido padre que perdió a su familia, pero en medio del infierno halló a una suerte de hija. Ella, la adolescente inmune a un virus que diezmó al mundo, y se cruzó con alguien que la procura y la ve no sólo como un milagro, sino una chica. Uno es el refugio del otro, y su amor no es ni inocente ni ingenuo.
EL AUTORDruckmann, autor del videojuego que debutó en PlayStation 3 en 2013 y productor de la serie de HBO Max que culminó este domingo su primera temporada, cree que el amor está en algunas de sus referencias del género postapocalíptico. Están por ahí “La Carretera”, novela de Cormac McCarthy, y Niños del Hombre, película del mexicano Alfonso Cuarón. De ambas obras, The Last of Us bebe, pero también se aleja.
APUESTA EXITOSAHBO confió al máximo en la visión de Druckmann y Mazin (Chernobyl). Según medios estadounidenses, los ocho episodios costaron más de 100 millones de dólares. Ha salido redituable, pues las cifras de audiencia son comparables a las del coloso La Casa del Dragón, así que una segunda temporada está en marcha.
Salvo críticas por el realce de ciertas historias de amor dentro de la trama, la adaptación ha encandilado a crítica y al público. Una total rareza dentro del mapa de los videojuegos que son trasladados a la gran pantalla, donde abundan experiencias fallidas.
Que algunos proyectos no hayan llegado a buen puerto, los showrunners lo acreditan a no atreverse a cambiar cosas en la adaptación, o modificarlas demasiado. También a la falta de amor y honestidad con que los involucrados atacan la producción.
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