Antonio Banderas y Penélope Cruz harán reír de nervios

Competencia oficial llega hoy a cines

CIUDAD DE MÉXICO

Los protagonistas de la cinta "Competencia oficial" son un coctel de personalidades complicadas: por un lado el actor superficial que llega a grandes públicos, por otro el de nicho que ve a todos como inferiores a él, y además la directora de cine que utiliza técnicas cuestionables para lograr las emociones que quiere de sus actores.

Dirigida por los argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn, y protagonizada por Antonio Banderas como Félix, Oscar Martínez como Iván y Penélope Cruz como Lola, es una comedia que Oscar define como corrosiva y con un humor que inquieta y hace reír de los nervios. 
El histrión comparte que del proyecto le atrajo trabajar tanto con los directores como con sus compañeros de pantalla y "reírnos salvajemente de nosotros, de nuestras miserias, patologías y debilidades". 

Si tuviera que elegir a quién de los dos se parece más, Félix el superficial o Iván el engreído señala que a ninguno pero encuentra más simpatía en el personaje de Antonio Banderas

"Me quedo con el de Antonio porque el mío es un impostor. Felix es superficial, banal, pero todo lo que es está a la vista, mientras que Iván es un resentido y por lo tanto es un impostor porque envidia buena parte de lo que tiene Félix pero tiene una doctrina ideológica que lo justifica", analiza. 
"Ni como actor ni como persona me parezco a ninguno de los dos". 

En la historia que hoy llega a salas de cine, vemos a Lola, quien es contactada por un empresario multimillonario para dirigir una película; ella recluta a un actor de Hollywood (Félix Rivero) y uno de teatro (Iván Torres), quienes van encontrando una gran rivalidad alimentada por sus diferentes formas de trabajo y las excentricidades de la directora para prepararlos para la filmación.

"Iván es un hombre que proviene del teatro, que no tiene experiencia cinematográfica como Lola y el personaje de Antonio y está en un territorio que lo inseguriza; si a eso le agregamos la deliberada conducta que tiene la directora para insegurizarlo más y enfrentarlo como lo hace, es muy difícil. Por suerte nunca me tocó vivir una situación así, en ese caso yo renunciaría".

Oscar relata que es una película casi teatral, con secuencias muy largas de los tres artistas solos, lo cual supuso un gran reto. Además se llevó algunas reflexiones como por ejemplo la que tiene que ver con el papel de los premios, dilema que viven los personajes pues el de Antonio los alaba mientras que el suyo los odia. 

"Tengo la fortuna de haber recibido muchísimas distinciones, algunas muy halagadoras como la Copa Volpi pero es ese día nada más, son formas privilegiadas del reconocimiento. Nosotros los intérpretes vivimos de la aprobación ajena para bien y para mal, necesitamos de ella, del reconocimiento, cuando lo tenemos por parte del público ya hay que verlo como un privilegio", apunta. 

"Si encima de eso, de hacer lo que te gusta y te paguen por ello, te premian, es una forma aún más privilegiada pero es ese día, al otro tienes que empezar de vuelta y revalidar todo, incluido los premios que tuviste". 
Martínez señala que él lo ve también como una carga de responsabilidad, porque cuando te distinguen lo que se espera de ti conlleva mayor exigencia y hay que estar a la altura de las circunstancias.

"Pasado ese punto de embriaguez - porque es emocionante y hay premios muy halagadores- al otro día lo tienes que olvidar, no tienes que recostarte en eso, corres el peligro de que como has sido distinguido de esa manera se te critique con mucha dureza si no cumples esas expectativas".