EL JUEGO DEL CALAMAR
La serie coreana de la que todo el mundo habla pone de manifiesto el alto nivel de tolerancia a la violencia gráfica de las audiencias actuales.
Adictiva, bien escrita y actuada, El Juego del Calamar, creada por Hwang Dong-hyuk, es una muestra del tipo de serie cuyo impacto principal radica en sus excesos.
La historia se centra en un grupo de personas en apuros económicos y deudas que son convocados para jugar juegos infantiles, con un giro radical: un premio en millones de dólares para el único ganador.y la muerte para los perdedores.
De esta manera entran en una retorcida y creativa dinámica para los inocentes torneos que culminarán con igualmente imaginativas formas de ser eliminado.
El excelente manejo de la tensión y la violencia explícita de nivel “gore”, que según una buena amiga hace lucir a Quentin Tarantino como una “dulce ancianita”, provocan por igual fascinación y morbo en la audiencia y de ahí su éxito.
UNA INTRUSA EN LA FAMILIA
Steve Martin es Peter Sanderson, un abogado divorciado que conoce por chat a una mujer que no le cuenta precisamente toda la verdad sobre ella misma, pues esconde algunos detalles importantes.
Queen Latifah es esta mujer, Charlene Morton, una ex presidiaria de buen corazón que se involucra con la familia de Martin y cambia sus vidas en el proceso.
No hay nada nuevo en la historia, ya que es el típico filme sobre el encuentro de dos mundos y de cómo se pueden aprender lecciones valiosas de las personas diferentes a uno.
Lo que logra levantar la cinta es que la química de sus protagonistas es excelente y Latifah consigue robarse la película de Martin; algo que se podría considerar imposible debido a la simpatía del actor. Su Charlene es adorable y sus estrategias para ayudar a los hijos de Martin son muy divertidas.
A final de cuentas las estrellas ponen suficiente simpatía y entusiasmo en sus personajes para que la historia salga a flote pese a sus problemas.