Ciudad de México
Pese a que lleva más de 18 años encabezando los carteles, al Seminarista lo embargan un cúmulo de emociones previo a sus luchas, en donde son los nervios y la adrenalina las que lo dominan y sólo el respaldo del público lo que lo calma.
“En lo personal me cuesta trabajo a veces protagonizar una lucha estrella porque soy un ser humano que le da vida a un personaje y no dejo de tener nervios, y antes de salir al escenario mis piernas están temblando y no sé qué vaya a pasar y lo único que me cobija a mí es el grito del público que me ovaciona y es ahí cuando los nervios se me empiezan a quitar”, confesó el Rey de Plata y Oro.
El luchador, nuevamente enfundado en el personaje de Místico, volvió a protagonizar un evento importante en la Arena México, en el homenaje a Salvador Lutteroth y a Ringo Mendoza, con quien entrenó poco, pero lo reconoce como un icono del pancracio.
“Ringo Mendoza es una persona que ha dejado mucho en la lucha libre y tiene muchos discípulos aquí en la Arena México y siempre es algo maravilloso tratar de aprenderle algo a tantos profesores, me gusta aprender de la gente, de esos profesores de antaño que saben lo que es la verdadera lucha libre y saber lo que ellos le batallaron para ser grandes estrellas”, concluyó el Seminarista.