Del robot insecto a la medusa cíborg: animales al servicio del espionaje y la investigación

En los años 70, la CIA intentó desarrollar una libélula robótica para programas de espionaje; ahora ponemos sensores y activadores en saltamontes y medusas de carne y hueso para trabajos de investigación

Un insecto clandestino. Así describió la CIA el proyecto que emprendió en abril de 1974 para crear un dron al más puro estilo de esos que hoy aún nos parecen tan avanzados y futuristas. En algunos sentidos, el insectocóptero, iba incluso más allá. El objetivo fundamental de aquella aeronave no tripulada tan adelantada a su tiempo no era repartir paquetes, ni grabar tomas aéreas, ni siquiera aspiraba a ir por ahí cerrando aeropuertos. El plan era crear una libélula capaz de hacer vuelos de al menos 100 metros e instalar sistemas de vigilancia por audio. El proyecto quedó finalmente abandonado, pues el sistema de navegación disponible en la época, guiado por láser, era apto para vuelos en línea recta y encontraba demasiados problemas en las imprevisibles condiciones del mundo real.