Del Mazo y la elección del Edomex, bajo espionaje de Pegasus

El PRI y el gobierno federal desplegaron todas sus herramientas para asegurar el triunfo del priista Alfredo Del Mazo Maza, primo del presidente Peña Nieto, hijo y nieto de exgobernadores de la entidad, y convirtió la campaña en una elección de Estado

Perder el Estado de México no era opción. A pesar de su imagen desgastada por los repetidos escándalos de corrupción del sexenio, y ante la perspectiva cada vez más nítida de una derrota electoral en 2018, el presidente Enrique Peña Nieto y sus cercanos no estaban dispuestos a dejar que el bastión histórico del PRI, región donde nació el Grupo Atlacomulco al que pertenecía Peña Nieto y su clan, cayera en manos de sus rivales políticos.

El PRI y el gobierno federal desplegaron todas sus herramientas para asegurar el triunfo del priista Alfredo Del Mazo Maza, primo del mandatario, hijo y nieto de exgobernadores de la entidad, y convirtió la campaña en una elección de Estado.

Previo a los comicios, Peña Nieto envió a integrantes de su gabinete casi a diario a la entidad con la encomienda de hacer proselitismo para su gobierno. En más de 90 visitas públicas a municipios mexiquenses, los secretarios encabezaron acciones de propaganda: distribuyeron tarjetas de prepago, costales de fertilizantes, uniformes escolares, viviendas sociales o títulos de propiedad, y externaron promesas de construir nuevos hospitales y escuelas, con un incremento de 12% a los gastos federales de infraestructura social para ese año.

 


 

Dos meses antes, otro audio filtrado a la prensa revelaba cómo Vázquez Mota se refería al panista Ernesto Cordero como un “patán” y expresaba su molestia hacia Gustavo Madero –entonces presidente nacional del PAN--, horas antes del último debate para definir la candidatura panista a las elecciones de 2012.

"Después de estas experiencias y de que se hicieron públicas llamadas telefónicas de otros políticos, otras personas, pues todo el mundo prendió las alertas y todo el mundo dimos por hecho que estábamos intervenidos”, recuerda la mujer en una entrevista concedida en el marco de esta investigación.

Vázquez Mota asevera que, después de 2012, no tuvo ninguna adicional de que alguien haya intervenido sus comunicaciones. “Desconozco si lo siguen haciendo o dejaron de hacerlo, pero no tengo fuera de esta grabación, en mi caso, alguna otra evidencia. No sé si alguien más tenga sus proprias evidencias”, dice.

De manera general, recalca que “hoy en México todavía es muy común que, cuando uno entra a una reunión donde se van a tratar temas que tienen cierto grado de riesgo, hay una caja afuera de las oficinas para dejar los celulares. Ello significa que todo el mundo da por hecho que puede estarse grabando en este momento o sea, ya ni siquiera se cuestiona (…) se ha vuelto parte, desafortunadamente, de un cotidiano, me parece grandísimo, es totalmente ilegal pero sucede, y tengo entendido que estos espionajes se volvieron casi una adicción para ciertos políticos”.