La ausencia de una auténtica y eficaz estrategia de desarrollo urbano, hidrológico y principalmente en la distribución y ahorro adecuado del agua, auguran que Reynosa podría enfrentar un riesgo potencial de sequía en pocos años.
Según estimaciones de la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Comapa) un promedio de 4 de cada 10 litros que se distribuyen en la ciudad se pierden en fugas, “caídos” y colapsos en la red de tubería por haber rebasado su ciclo de utilidad.
Aun en la actualidad todavía hay redes de tubería hechas con barro artesanal que datan de hace más de medio siglo.
La sedienta ciudad consume más agua de la que puede permitirse y mucha más termina derrochada en las calles sin control alguno y generando un desabasto en colonias, en donde hay incluso semanas enteras sin suministro.
La pésima planeación hidrológica ha hecho que los años transcurran en medio de proyectos técnicos que en los pizarrones y exposiciones se ofertan como la panacea para resolver la crisis del agua, pero estos nunca se concretan, pues el principal obstáculo que lo frena es la corrupción que va de la mano del uso político.
Administraciones municipales transitan heredando un problema que al paso de los años agudiza. La apuesta actual es alzar tanques elevados para almacenar y abastecer de agua a Reynosa, iniciativa planteada hace años, pero abandonada por costosa e imposible de solventar.
Según los tratados y acuerdos validados por la Comisión Internacional de Límites y Aguas y la Comisión Nacional del Agua, en la región se permita la extracción anual de hasta 48 millones 400 mil metros cúbicos de agua, mismos que equivalen al proceso de potabilizar mil 534 litros de agua por segundo, pero en Reynosa se potabilizan hasta 2 mil 500 litros, es decir existe un desfase del 42% de agua que se extrae de más de la cuenca.