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Agarrar un cuchillo en plena caída libre

La inversión en mercados en desarrollo, aunque ofrece oportunidades atractivas, presenta a corto plazo mucho riesgo por la crisis económica

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Agarrar un cuchillo en plena caída libre

Estas economías comparten con los países desarrollados los mismos males de la pandemia: paralización de la actividad y, por tanto, caídas en el PIB, y todo lo que ello representa en cuanto a paro y necesidad de liquidez para soportar el confinamiento. Sin embargo, estos males se agravan en las economías emergentes por su dependencia del dinero extranjero para financiarse y también porque, en general, son exportadores de materias primas. La fuerte caída del petróleo ha arrastrado a la baja al conjunto de materias primas —solo se salva el oro este año—, al tiempo que sus compradores no consumen.

La recuperación de sus economías dependerá de la marcha de la pandemia, de las ayudas de organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial y de unas medidas políticas que permitan la vuelta de los capitales extranjeros. Stefan Scheurer, estratega de Allianz Global Investors, apunta las medidas de estímulo fiscal del 3,6% del PIB en Brasil y del 4,8% en Chile o el 9% de Polonia. Impulsos que contrastan con la UE, donde sus paquetes fiscales, incluyendo garantías y préstamos, se elevan hasta el 21% del PIB, o en Estados Unidos, que son del 8,3% de su riqueza. De momento, ya se han beneficiado de la expansión monetaria de la Reserva Federal o el BCE, permitiendo a países como Colombia y México bajar sus tipos de interés en medio punto.

Una de las grandes preocupaciones de los analistas es el fuerte endeudamiento en dólares de estas economías, atraído por los bajos tipos del billete verde. Habrá que devolver el dinero en dólares después de una fuerte caída de las monedas locales. Destaca la bajada del 40% en el real brasileño o del 25% en el peso mexicano, mientras que el rublo o la lira turca se han dejado el 17% de su valor.

La deuda denominada en dólares estadounidenses para todos los países emergentes (incluida China) está en cerca de cuatro billones de dólares, y la relación entre la deuda pública y el PIB está en el nivel más alto en décadas. Aproximadamente 730.000 millones de deuda emergente se tendrán que financiar en 2020 y el 80% se encuentra en dólares, según el Instituto Internacional de Finanzas.

Pablo Duarte, analista del Instituto Flossbach von Storch, explica que “la deuda en dólares explota haciendo que los pagos sean más complicados y la refinanciación en los mercados financieros internacionales, actualmente con dificultades, resulte casi imposible”. Y añade: “En octubre de 2019, el FMI advirtió sobre el aumento de la deuda pública y privada por los bajos tipos de interés mundiales, ya que podría aumentar el riesgo de sobreendeudamiento por la creciente dependencia de los países de la financiación externa”.

La situación de los déficits y la capacidad de endeudamiento va a ser clave para distinguir entre los emergentes mejor y peor posicionados para la recuperación. Desde S&P Ratings explican en un reciente informe que las consecuencias del coronavirus han debilitado los fundamentos del crédito soberano, especialmente en aquellos países que ya enfrentaban rigideces fiscales o dependían de la financiación exterior. Por su parte, Pablo Duarte indica que antes del parón, los déficits por cuenta corriente se financiaban con capital extranjero. Sin entradas de capital, los grandes déficits se vuelven insostenibles. Los más elevados se registraron en África subsahariana y América Latina. Los países emergentes y en desarrollo asiáticos tenían un superávit en la cuenta corriente, principalmente impulsado por Tailandia, China y Vietnam, mientras que la India, Indonesia y Bangladés registraron fuertes déficits.

En esta visión positiva de los países asiáticos incide Daniel Graña, gestor de Janus Henderson, ya que aquellos que “experimentaron el brote del SARS en 2003 iniciaron una respuesta más efectiva a la covid-19. Como resultado, algunos inversores colocan a esas economías en un camino más rápido hacia la recuperación. Además, varios países con grandes mercados internos han alcanzado un nivel de riqueza en el que el consumo se está convirtiendo en un mayor contribuyente al crecimiento”, concluye.

Alternativas

Latinoamérica ha sido el mercado más castigado y, para Goldman ­Sachs, ofrece la mayor oportunidad de inversión tanto en acciones como en bonos. Pero este optimismo tiene su momento. En un informe reciente recomiendan a los inversores que consideren posiciones de valor en emergentes solo cuando piensen en horizontes a medio plazo. “Dadas nuestras previsiones más optimistas de las materias primas en la segunda mitad del año y las bajas valoraciones, esperamos que los activos latinoamericanos tengan un rendimiento superior en 6 o 12 meses: en acciones preferimos México a Turquía y Brasil sobre Sudáfrica”.

Desde Allianz Global Investors apuntan que las salidas de capital y la aversión al riesgo han llevado a las acciones emergentes a cotizar por debajo de la media histórica, lo que implica que los inversores deberían poder encontrar valores atractivos a largo plazo.

En cuanto a los bonos, Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Banca Privada, explica que le gustan los emergentes y en especial la deuda en moneda local con tipos de interés del 5% a vencimiento. “Los datos están siendo mejores de lo esperado y los precios apenas han recuperado aún”. Por su parte, Claudia Calich, responsable de renta fija emergente de M&G, considera que la deuda emitida en divisa fuerte supone una atractiva oportunidad de inversión, con unas previsiones de rentabilidad más elevadas de las que cabe esperar de la deuda emitida en divisas locales. Destaca el mercado latinoamericano y los bonos egipcios.

La firma S&P Ratings sitúa a los sectores constructores de viviendas, inmobiliarios, productos de consumo y servicios públicos como los de mayor potencial para las rebajas de solvencia en los mercados emergentes. Algo a tener presente cuando se realicen compras de bonos, ya que la elevada rentabilidad en emergentes comprende el riesgo de la divisa —de no estar emitidos en euros—, así como el riesgo de impago de la firma que lo emite.



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