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Adiós a la deslocalización

La guerra comercial, el aumento de los costos laborales y los avances tecnológicos fuerzan a las compañías a replantearse la estrategia de producir fuera de su país de origen

Adiós a la deslocalización

La irrupción de las nuevas tecnologías que hacen posible una fabricación más eficiente y la guerra comercial que mantienen Estados Unidos y China están dando alas a una reorganización de las cadenas de suministro globales, avisa el investigador del Real Instituto Elcano, Manuel Gracia. Este experto asegura que nos enfrentamos a una transformación radical del entorno productivo. La gran fábrica del mundo pierde fuerza a medida que aumentan sus costos laborales y que las empresas deciden relocalizar las plantas que en su día llevaron a China en busca de producciones más grandes y baratas.

Este replanteamiento de las estrategias de deslocalización también está motivado por la guerra comercial. Los efectos de las tensiones arancelarias hacen que el 41% de las empresas estadounidenses implantadas en el gigante asiático estén considerando trasladar su producción, según una encuesta de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China. Una cuarta parte de ellas se llevaría la fabricación a otros países del sureste asiático, el 10% habla de México y un 6% optaría por la vuelta a casa.

La juguetera Hasbro, Carrier, Black & Decker o Dell son algunas de las compañías que están devolviendo producción a Estado Unidos. También estudian reducir su dependencia de China multinacionales tecnológicas como Apple, Microsoft, Google, HP o cadenas como Starbucks, pero no pueden permitirse abandonar el gigante asiático —donde se localiza la base de su producción, así como partes críticas de su cadena de suministro—, pues China todavía genera una cuarta parte de los productos manufacturados mundiales. Otro argumento para pensarse dos veces lo de hacer las maletas son los 700 millones de consumidores del gigante asiático.

El vicepresidente de Home Depot, Ted Decker, confesaba públicamente que no conocía a un solo proveedor que no esté moviendo alguna parte de su fabricación fuera de China como consecuencia de la guerra comercial. “Trasladan producción a Taiwán, Vietnam, Tailandia e Indonesia, e incluso de regreso a Estados Unidos”, dijo. Pero ese último movimiento, asegura Mauro Guillén, profesor de la Universidad de Wharton, no es en absoluto masivo porque, aunque los costes productivos estadounidenses hayan ganado competitividad, siguen sin parecerse a los chinos.

El fenómeno de la relocalización no es nuevo, sin embargo, “estamos asistiendo a un aumento de los casos en los últimos años en Estados Unidos y en Europa. Y vamos a ver todavía más en el futuro”, sostiene Marcelo Leporati, profesor de EAE Business School. Un horizonte que comparte George Chondrakis, profesor de Esade, ya que cuando la automatización y la robótica estén plenamente operativas, podrían alentar la vuelta de las fábricas a su lugar de origen. “Los factores que alimentan el cambio se están empezando a producir: la automatización, el aumento de los salarios de los trabajadores fabriles chinos del 64% desde 2011 y las fricciones comerciales”, explica.

El caso de Orbea

Es lo que le sucedió a la firma de bicicletas Orbea, igual que a otras de las compañías asociadas a Mondragón, como Fagor Industrial o Irizar. Tras invertir en China en 2007 “por el efecto aluvión, porque parecía que no ibas a ser nadie en el mundo si no estabas allí, en 2015, después de la crisis económica, reestructuramos la compañía y cerramos en los mercados asiáticos y en Australia”, explica Jon Fernández, consejero delegado de la empresa. Orbea no acertó con el público chino y tuvo que plegar velas.

Decidió apostar por Europa y Estados Unidos y por la personalización de sus bicicletas. Llevó al País Vasco procesos productivos que le han permitido multiplicar por 2,3 su plantilla en los tres últimos años. Y también a Portugal. “En China invertimos cerca de cinco millones de euros, de los cuales solo recuperamos el 65% con la venta de los activos. Para la ampliación de nuestras instalaciones en el País Vasco hemos destinado 3,5 millones”, explica Fernández, contento de que esta estrategia haya funcionado y multiplicado también su facturación.

Europa no es una isla

En Europa la tendencia al retorno de las fábricas que en su día se llevaron al sureste asiático y al este del continente también se aprecia. El informe de Eurofound Reshoring in Europe 2015-2018 muestra que desde 2016 el número de países afectados por relocalizaciones es mayor y ha crecido en la primera parte de 2019. La iniciativa sufragada con fondos europeos que estudia el movimiento de relocalización industrial y sus efectos, European Reshoring Monitor, habla de 253 casos entre 2014 y 2018. La mayoría protagonizados por empresas del Reino Unido, Francia e Italia. En España contabiliza 12 ejemplos como los de Mango, Orbea o Pepe Jeans.

De sus estadísticas se desprende que la generación de empleo europea por este fenómeno ha sido inferior a la de Estados Unidos, cifrándola en 12.500 puestos de trabajo. China es el lugar de salida la mitad de las veces, pero también Polonia, India y Alemania.

“China ha perdido su gran ventaja por el aumento de los costes salariales. Ya no compensa porque la productividad en los países europeos ha aumentado”, indica Leporati. Las empresas han cambiado su estrategia, animadas por la introducción de las nuevas tecnologías en sus fábricas, que les permite ganar competitividad, y por la cercanía al cliente, que posibilita una reacción más ágil a su demanda. Aunque los costes siguen estando detrás de buena parte de las decisiones de retorno, del 22,5% en concreto, es el cambio del negocio (para casi el 40%) el principal motivo del desplazamiento de la producción, seguido de la implantación de tecnología (27%) y la cercanía al cliente (9,5%), añade este experto.



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