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Accidente de un convoy militar deja un infante muerto en España

Otros dos soldados españoles han resultado heridos en el siniestro, que Defensa considera "fortuito".

El soldado de Infantería de Marina Antonio Carrero Jiménez falleció este viernes en Malí tras sufrir un accidente el vehículo en el que viajaba junto a otros tres militares españoles, dos de los cuales han resultado heridos y el tercero ileso.

Accidente de un convoy militar deja un infante muerto en España

Los cuatro soldados, miembros de la misión de formación al Ejército maliense de la Unión Europea (EUTM-Malí), regresaban de realizar tareas de apoyo a las Fuerzas Armadas de dicho país cuando sufrieron el accidente, a las 6.55 hora local (8.55 hora española). Según fuentes militares, el blindado se encontró de frente con un autobús y, al tratar de esquivarlo, se metió en una zanja y volcó. El fallecido era el militar que iba en la torreta del vehículo a cargo de la ametralladora. Los heridos, cuya situación es de “pronóstico reservado”, fueron trasladados a la base de dicha misión en Koulikoro.

Antonio Carrero Jiménez tenía 27 años, era natural de Dos Hermanas (Sevilla) y estaba destinado en el Tercio de Armada, en el II Batallón de Desembarco con sede en San Fernando (Cádiz). La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, trasladó su pésame a la familia de Antonio Carrero, informa Efe. “Su hijo ha fallecido lejos de España cumpliendo una misión, defendiendo intereses de España lejos de sus fronteras y protegiendo a las familias españolas", dijo en un mensaje de "solidaridad, cariño y afecto" a la familia.

España participa en la EUTM-Malí con 292 militares, de los que 60 pertenecen al Cuerpo de Infantería de Marina. Desde el pasado 30 de enero esta misión, que comenzó a funcionar en 2013, está dirigida por el general de Brigada Enrique Millán Martínez. Su mandato incluye mejorar las capacidades del Ejército maliense mediante tareas de formación. Más de 8.000 soldados de este país han sido formados en Koulikoro por las tropas europeas, entre las que España ha ocupado siempre una posición destacada.

Malí atraviesa una profunda crisis desde que en enero de 2012 cuatro grupos rebeldes, yihadistas e independentistas tuareg, se alzaron en armas contra el Gobierno. Tras la ocupación de tres regiones del norte de Malí, Gao, Tombuctú y Kidal, una intervención militar francesa con apoyo chadiano y del propio Ejército de Malí logró desalojar a partir de enero de 2013 a los radicales de las principales ciudades del norte, siendo ocupadas desde entonces por cascos azules de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma).

Sin embargo, esta fuerza de paz ha sido incapaz de controlar la actividad rebelde y la situación en materia de seguridad se ha deteriorado de manera notable desde entonces. Grupos armados de distinto signo, con base identitaria, religiosa o étnica, se han multiplicado y los acuerdos de paz de Argel que debían devolver la estabilidad a la región ni se cumplen ni se aplican. La Minusma, los soldados franceses de la Operación Barkhane contra el terrorismo en el Sahel y el propio Ejército de Malí son el objeto de constantes ataques y emboscadas que han provocado cientos de muertos en los últimos cinco años.

Además, el terrorismo yihadista que se aprovecha de las diferencias históricas entre comunidades no sólo ha logrado penetrar hacia el sur, llegando a golpear en regiones del centro del país como Motpi y Segou y en la propia capital, Bamako, sino que ha logrado irradiar su actividad a tres países fronterizos con Malí, como son Burkina Faso, Níger y Costa de Marfil, con atentados dirigidos sobre todo a intereses y ciudadanos extranjeros, como ya ocurriera en Uagadugú o en la playa marfileña de Grand Bassam.




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