Acaba el polémico sínodo de obispos
Llamado a crear una Iglesia más acogedora y comprensiva
Ciudad del Vaticano
Obispos católicos de todo el mundo adoptaron ayer un documento final al concluir un polémico sínodo de tres semanas, en el cual llamaron a crear una iglesia más acogedora a las parejas que cohabitan, a los gays y a los católicos que se han divorciado y vuelto a casar por lo civil, avalando así una exhortación hecha por el papa Francisco para crear una organización más misericordiosa y menos crítica de 1.200 millones de personas.
Los obispos concluyeron así un encuentro diseñado para brindar mejor atención a las familias católicas. Hizo hincapié en el papel del discernimiento y la conciencia individual en el manejo de situaciones familiares difíciles: un método favorecido por los obispos más liberales.
Se necesitó una mayoría de dos tercios para aprobar cada apartado.
Los conservadores se habían resistido a dar cualquier margen de maniobra a la hora de determinar si los católicos vueltos a casar civilmente pueden recibir la comunión. La aclaración acerca del discernimiento y la conciencia puede, sin embargo, abre la puerta a excepciones caso por caso a la enseñanza de la Iglesia.
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La disputada cumbre de 270 obispos dejó al descubierto las profundas diferencias entre los prelados ante la llamada del papa Francisco a mostrar una Iglesia más misericordiosa y menos crítica.
Los dos temas más polémicos del sínodo fueron el trato a los homosexuales y a los divorciados.
Los conservadores se atienena la doctrina de la Iglesia y se resisten desde hace tiempo a las peticiones de sus colegas más progresistas sobre que adopten una nueva estrategia.
Sin embargo, Francisco sí retiró del debate un tema polémico antes incluso de que comenzara el sínodo, al aprobar una nueva norma que facilita que las parejas divorciadas puedan conseguir la nulidad de su matrimonio, una declaración eclesiástica que declara inválido el enlace.
La reforma iba a dirigida a resolver una queja presentada por varias generaciones de católicos a los que se negaron sacramentos porque se habían divorciado y vuelto a casar fuera de la iglesia sin una anulación.
El sínodo se centró en cuestiones mucho más controvertidas, desde cómo debe ofrecer la Iglesia una preparación mejor para el matrimonio a las nuevas parejas hasta cómo hallar formas mejores de instar a las familias divididas por la migración, la pobreza o la guerra a que perseveren en su fe.