A 50 años de la contingencia del huracán Beulah en Reynosa, 1967-2017

Ranchos inundados en el Municipio de Reynosa.
Reynosa, Tam.- A las 12:10 p.m. del día 23 de septiembre de 1967 quedó cortada la comunicación por carretera y ferrocarril hacia Matamoros. El servicio ferroviario se interrumpió en diferentes tramos entre Monterrey y Matamoros: Los Herreras, Los Aldamas, Anzaldúas, Argüelles, Río Bravo y El Control. Río abajo, los cortes en la carretera, bordos de protección y en el canal del Culebrón fueron hechos con maquinaria, dinamita o por la propia naturaleza.
El Secretario de Recursos Hidráulicos, José Hernández Terán, dio la orden para que se cortara la carretera en el Empalme, a un lado del vaso del Culebrón. El Secretario a nivel nacional de la SARH voló antes que llegara la inundación desde Cd. de México a Reynosa, donde mantuvo su mando en la Presidencia Municipal.
El día 25 de septiembre se propició la disminución de la corriente del río al crear una apertura en los bordos de contención en Santo Domingo, a unos cinco kilómetros al poniente del cruce Internacional de Nuevo Progreso, evacuando a la población en helicópteros del Ejército americano de esa área hacia Weslaco, Texas, y a Río Bravo, Tamaulipas.
El bordo del canal del Culebrón fue sobrepasado por el cauce del río, rompiendo primero el lado norte de éste, creando una sobrecarga que rompería el bordo por la parte sur. En las Rusias se desplegó la maquinaria para abrirle paso a la creciente. El propósito era a toda costa aminorar el cauce del río Bravo e impedir la inundación en Matamoros y Brownsville.

‘Meme’ Garza Gonzáles, pilotos del Ejército de los Estados Unidos y personal del Ejército de México, coordinando el traslado de pacientes traídos por helicóptero al Aeropuerto de Reynosa; antes de ser llevados en ambulancia a la Clínica de Pemex en 1967.
El puente aéreo
El 21 de septiembre, el Presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, propuso establecer un puente de ayuda recíproca a las poblaciones de Texas y Tamaulipas, iniciativa que fue aprobada por el Presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz. La noticia fue anunciada en ese entonces por el Secretario de Relaciones Exteriores, Antonio Carrillo. Lyndon B. Johnson visitó las comunidades de Rio Grande, Roma y Harlingen en Texas, el 27 de septiembre.
Fue a través del Plan Nacional de Auxilio en caso de Desastre que se coordinaron los sistemas de socorro en la zona fronteriza. Los recursos y servicios fueron centralizados y canalizados a través de las Secretarías de la Defensa Nacional, Recursos Hidráulicos, Gobernación, Comunicaciones y Transportes, Salubridad y Asistencia, etc. Además, participaron otras dependencias descentralizadas como la CONASUPO, los Almacenes Nacionales de Depósito, Ferrocarriles Nacionales de México, la C.F.E. y el IMSS. Desde el centro de México se envió todo tipo de auxilio y personal técnico a la zona afectada.
A nivel local se formó el Grupo de Auxilio Estatal presidido por el Gobernador Praxedis Balboa y el Jefe de la 8ª Zona Militar, General José Gómez Cuevas, quienes coordinaron los recursos locales y enviados. La Oficina de Planeamiento de Emergencia de los Estados Unidos se coordinó con este grupo estatal prestando la ayuda oportuna. En ese entonces, el Ayuntamiento de Reynosa era presidido por el Presidente Municipal Rodolfo Garza Cantú; la ciudad contaba solamente con 28 colonias.
El puente aéreo tenía como base el Aeropuerto de Monterrey, desde donde los aviones de la Armada de México transportaron 150 toneladas de alimentos, medicinas y otros artículos al recién inaugurado Aeropuerto de Reynosa. Con el apoyo del Ejército de los Estados Unidos se enviaron helicópteros de carga Boeing C-47 Chinook, con rotores en tándem, además de los helicópteros utilitarios Bell UH-1. Con estas naves aéreas se rescataron centenares de damnificados y al mismo tiempo se colocaron provisiones y medicinas a personas en lugares aislados por las inundaciones. Los helicópteros del Ejército de los Estados Unidos transportaron damnificados de México hacia lugares seguros en los Estados Unidos, como fueron los casos de Camargo, Comales y Nuevo Progreso.
Nos cuentan el fotógrafo Jesús Cavazos y el Ing. Carlos Nuño, quien era el director de Obras Públicas en Reynosa, que viajaron en esas naves durante la inundación en 1967. Don Jesús viajó en un helicóptero Bell y en una avioneta de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, recolectando fotografías en esos días para mantener informados a las autoridades de la creciente del río. Nuño voló más de una ocasión en un helicóptero Chinook. Este tipo de aeronaves fueron íconos en la historia de la guerra de Estados Unidos en Vietnam.

Soldados del Ejército de México llenando un helicóptero de carga Boeing C-47 Chinook con alimentos, medicinas y otros productos para damnificados de las inundaciones del huracán Beulah en 1967.
El Ing. Nuño narra que en uno de los viajes, el helicóptero que recogía los damnificados de la inundación hizo escala en el aeropuerto de la ciudad de Harlingen en Texas, para reabastecerse de combustible. Nuño recuerda que el viaje era muy corto entre los dos aeropuertos, pues el vuelo era solamente de cinco minutos. Un diario de ese año menciona a dos helicópteros del Ejército de México en las inmediaciones de San Fernando, sin poder brindar el apoyo a los damnificados por falta de combustible.
Según el fotógrafo Cavazos y el Ing. Nuño, Manuel “Meme” Garza González fue uno de los reynosenses que brindó su apoyo por varios días a los pilotos americanos, como traductor y guía de la región. Este personaje conocía muy bien los ranchos del municipio, debido a que practicaba la cacería en la región. El “Meme”, cuando los helicópteros no encontraban lugar dónde aterrizar, bajaba a tierra en las escaleras desplegables que se descolgaban desde la nave para brindar el auxilio necesario.
Desde el aeropuerto de Reynosa se llevó todo tipo de apoyo durante la labor de rescate en las áreas inundadas hacia las comunidades rurales de la Ribereña, Río Bravo y Valle Hermoso. En ese año, la revista “Life en Español” dedicó la portada a el “Meme” por su audaz colaboración, dándole el mote del “norteño intrépido”. Este transcendental personaje de la política de México gobernó como alcalde de Reynosa entre los años de 1972 y 1974.

Despensas para las familias de las inundaciones de 1967, dentro de un helicóptero Chinook del Ejército de los Estados Unidos en el Aeropuerto de Reynosa.
Las personas enfermas o heridas eran trasladadas en ambulancia desde el aeropuerto a la Clínica de Pemex. Los damnificados eran albergados en diferentes refugios en la ciudad. El edificio de la Presidencia Municipal dio refugio a 200 personas. Otro de los lugares fue el gimnasio de la Secundaria y Preparatoria José de Escandón, mientras que la Iglesia mantuvo siempre sus puertas abiertas durante la contingencia. El lugar más amplio que sirvió como albergue fue el parque de béisbol López Mateos; ahí, el Ejército Mexicano servía alimentos diariamente a los refugiados. El Club Rotario también repartió despensas a los damnificados en Reynosa.
En noviembre de ese mismo año, el Gobernador Praxedis Balboa, alcaldes de las ciudades vecinas y otras autoridades recibieron a mitad del Puente Internacional a los pilotos de los helicópteros y autoridades americanas que habían brindado el auxilio durante la inundación. Ese día se les brindó un banquete en homenaje por sus servicios a la comunidad.
Daños de las inundaciones y las enfermedades
Para principios de octubre, grandes extensiones de tierra permanecían inundadas después de que empezaron a regresar los refugiados a sus hogares. En la zona fronteriza se habían desplazado unas 53 mil personas, de acuerdo con datos del reporte del Plan Nacional de Auxilios. Los cultivos habían desaparecido; en el Valle de Texas los huertos de cítricos sufrieron grandes pérdidas. La ganadería también salió afectada; en Texas, desde helicópteros se tiraban pacas de pastura al ganado hambriento que se encontraba en islas que sobresalían de la inundación.
Los mosquitos se reproducían en grandes cantidades por el encharcamiento de las aguas. Se fumigó casi todo el delta del lado de los Estados Unidos, solamente parcialmente en el campo y en las ciudades de México. Según el reporte del Plan Nacional de Auxilio, se rociaron en Tamaulipas en dos viajes de avionetas 8 mil litros del insecticida malatión, el cual era diluido al 50 por ciento; en el rociado intradomiciliario se esparcieron 1,200 litros. Unos 50 mil litros de aceite diésel fueron aplicados a las aguas estancadas. Según el diario Valley Morning Star, cuatro aviones de carga de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos habían rociado 284 mil litros del mismo insecticida en el sur de Texas, para el 6 de octubre de 1967, pensando rociar 5.5 veces más acres en ese mes.
Aunque la mayoría de los reportes oficiales sobre salud y notas periodísticas aminoran el efecto de las epidemias en la región, sabemos que la mayoría de las manadas de caballos desaparecieron por la transmisión de la encefalitis equina, debido a la gran población de mosquitos. Conocemos que algunos humanos fueron contagiados y que personas murieron de esta enfermedad.
En las actas del Registro Civil de las comunidades ribereñas se aprecia un número considerable de defunciones de infantes recién nacidos. Este fenómeno fue observado por los médicos que atendieron a la población de refugiados de México en Texas. Los registros de defunción reportan también por esos días muertes por accidentes, ahogados, tuberculosis, etc.
En los reportes médicos, durante las dos semanas de la inundación, los tratamientos fueron generalmente por diarrea, gastroenteritis, infecciones respiratorias y de la piel, encefalitis equina, escarlatina, tifoidea y meningitis. En la región afectada de Tamaulipas se llevaron a cabo unas dos mil consultas médicas por día. En ese período se inmunizaron cuatro mil personas contra el tétanos.
Nota curiosa
Una nota del Heraldo de Brownsville del 6 de octubre de 1967, reportó que la carretera entre Reynosa y Matamoros seguía cortada, por donde el río Bravo desaguaba el exceso hacia la Laguna Madre. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes para entonces había adquirido un permiso especial para que los autobuses de pasajeros mexicanos pudieran circular por la carretera 281 a Brownsville y cruzar de nuevo hacia México en Matamoros.
Los pasajeros eran puestos en una lista, la cual era revisada al cruzar en Hidalgo, Texas, y posteriormente antes de cruzar el Puente Internacional en Brownsville. A los viajeros no se les permitía llevar botellas de licor, plantas y legumbres. Esta medida causó congestionamiento vehicular en el Puente Internacional Reynosa-Hidalgo en esos días de octubre de 1967.
