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A 106 años del enfrentamiento del Ejército Constitucionalista en Reynosa

(10 de mayo de 1913)

Cronista Municipal de Reynosa 

A 106 años del enfrentamiento del Ejército Constitucionalista en Reynosa

En la mañana del domingo 3 de agosto de 1851, en las Casas Consistoriales de Reynosa se preparaban para verificar las elecciones donde se elegirían las autoridades del ayuntamiento del año entrante. El Ayuntamiento le había otorgado al joven Antonio Domínguez Cantú la junta primaria de la Sección 6ª que estaba reunida en ese lugar. 

La batalla del sábado 10 de mayo de 1913 en Reynosa, entre las tropas del Ejército Constitucionalista y las fuerzas federales don Victoriano Huerta, representa históricamente el fin del régimen de don Porfirio Díaz para Reynosa. Hasta entonces, la villa había permanecido en “statu quo” en lo concerniente a lo social, político y económico, aunque con algunas fricciones entre sus habitantes. 

En Reynosa surgió un importante grupo antireeleccionista antes del año 1910. Además, algunos ciudadanos reynosenses participaron también en lances militares a favor de Madero, durante los primeros movimientos de la revolución en diferentes lugares en el norte de México. 

Los detalles del principal episodio de la Revolución Mexicana en Reynosa el 10 de mayo de 1913, no había sido tratado por la historia regional hasta esta década; a pesar de que existe un nutrido número de documentos, fotografías y periódicos en diferentes archivos históricos de México y el extranjero. Entre las mejores fuentes publicadas de este evento se encuentran el diario de campaña del Jefe de Estado Mayor del Ejército Constitucionalista del Noreste, Francisco J. Múgica, y el trabajo elaborado por Juan Barragán Rodríguez sobre la historia del Ejército Constitucionalista, ambos partícipes del contingente carrancista de ese evento en Reynosa. 

Los antecedentes

Desde febrero de 1913 la usurpación del Poder Ejecutivo por don Victoriano Huerta en México, además del asesinato del Presidente de México, Francisco I. Madero y del Vice-Presidente Pino Suárez, trataban de prolongar el antiguo régimen porfirista. Huerta encontró un opositor categórico en el Gobernador de Coahuila, don Venustiano Carranza. Sus días en el gobierno quedaron contados cuando se elaboró y firmó el Plan de Guadalupe, el 26 marzo de 1913, en la hacienda que lleva ese nombre en Ramos Arizpe, Coahuila. 

Al día siguiente de haber firmado el Plan de Guadalupe, Carranza designó al coronel Lucio Blanco al mando de una facción de 250 hombres para iniciar las operaciones en los estados de Nuevo León y Tamaulipas. El Estado Mayor de este primer ejército del noreste estaba conformado por los tenientes coroneles Andrés Saucedo y Cesáreo Castro, el mayor médico Daniel Ríos Zertuche, los capitanes primeros Gustavo A. Elizondo, Francisco J. Múgica, Alejo G. González, Benecio López y otros. El médico y vocero de las fuerzas de Lucio Blanco, Ríos Zertuche, declaró después en el campamento de Río Bravo, que prácticamente estos y otros que se les unieron a este mando, eran veteranos de la rebelión de don Francisco I. Madero de 1910.

La campaña empezó el 10 de abril en Cerralvo, librando algunas escaramuzas y combates en diferentes puntos del Estado de Nuevo León. Al internarse al oriente hacia Tamaulipas, tomaron entre el 22 y el 27 de marzo, las villas de Burgos, Méndez, San Fernando y Santander Jiménez, desalojando las fuerzas huertistas, las que terminaron por concentrarse en Ciudad Victoria, Tamaulipas.

Era importante dominar la frontera para obtener el armamento y las municiones necesarias para la causa y cerrar la comunicación al principal bastión de federales en Matamoros. El médico Ríos Zertuche, como vocero e intérprete ante la prensa americana, afirmaría, en la hacienda de Río Bravo, después de la batalla de Reynosa, que el principal objetivo de los Constitucionalistas era tomar Matamoros. Decía que esto lograría prácticamente el control sobre la frontera de México, antes de cambiar rumbos hacia la Ciudad de México.

El 7 de mayo los constitucionalistas llegaron al Soldadito, una de las haciendas que era parte de la Sauteña, al norte cerca de la villa de San Fernando. El contingente de aproximadamente 500 soldados pernoctó en el Charco Escondido o Congregación Garza antes de continuar, saliendo temprano el 10 de mayo hacia Reynosa, entre las 2 y las 3 de la madrugada.

A las 7:25 de la mañana, Múgica menciona que el contingente carrancista estaba estacionado en el rancho Los Jacalitos, a 25 km al sur de Reynosa. De allí se enviaron dos grupos de soldados, uno hacia Corrales, al oriente de la villa, y otro hacia el poniente. Esto era para que quemaran puentes y destruyeran las vías, para evitar la llegada de refuerzos federales desde Matamoros, Tamaulipas y Los Aldamas, Nuevo León. 

El enfrentamiento en Reynosa

Reynosa era defendida por las fuerzas federales del 27º Regimiento de regulares bajo las órdenes del primer teniente Severiano Cervantes y del coronel Víctor Piña. El número aproximado de este grupo ascendía a 51 soldados, aunque algunas fuentes difieren con esa cifra. En la mañana de ese sábado entre las ocho y las 10, las fuerzas federales de Reynosa fueron reforzadas por tren desde Matamoros con soldados del 6º Regimiento, que lo conformaban alrededor de 100 hombres bajo las órdenes de Luis Cerón. Con las fuerzas federales también participaron un número indefinido de hombres del 1º Regimiento de Rurales, auxiliares del 27º Regimiento y fiscales. 

La primera confrontación entre los huertistas y los revolucionarios sucedió al sur de Reynosa, a las doce del día. El sitio se mencionaba con los nombres de La Ciénega o Laguna Seca, probablemente la actual Laguna Escondida. La tradición oral, relaciona esta batalla con las lomas que se encuentran en la esquina que hacen las calles Rodolfo Garza Cantú (anteriormente conocida como Revolución o Río Purificación) y el libramiento a Monterrey; en donde se encuentra actualmente la capilla de Schoenstatt. Los federales trataron de emboscar a la columna carrancista en ese lugar, pero fueron fácilmente superados en número. 

La retirada de los federales trajo la batalla hacia la villa, que reinició de nuevo a la una de la tarde. Desde los techos de las casas los huertistas protegían la retaguardia de sus compañeros. La batalla en Reynosa fue violenta y devastadora, extendiéndose en diferentes puntos de la pequeña villa fronteriza. De treinta a cien vagones del ferrocarril fueron incendiados, además de una locomotora con un carro Pullman de pasajeros. A los pasajeros se les dio un salvoconducto para que cruzaran al lado americano, en Hidalgo, Texas. La antigua estación de madera que se encontraba al sur de la vía, quedó convertida en cenizas y láminas retorcidas. Otras dos locomotoras quedaron varadas a las afueras entre Reynosa y Río Bravo sin daños y con sus carros chamuscados.

Una despepitadora de algodón y algunas casas fueron incendiadas o saqueadas. Aunque el ejército no contaba con artillería era común el uso de dinamita para atacar al enemigo. 

Uno de los puntos donde se concentró la batalla fue en un edificio del gobierno que se encontraba por la calle Matamoros, enfrente de lo que era la Plaza Zaragoza o el actual mercado del mismo nombre. En este edificio se recuperaron ocho cadáveres del techo, el cual fue utilizado por el Hotel Monterrey durante la primera mitad del siglo pasado. La refriega se extendió hacia la plaza principal donde quedaron los cadáveres del enfrentamiento; en la Casa Consistorial murieron cinco huertistas en los techos del antiguo edificio. El último bastión de hombres voluntarios luchó en la antigua Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.

Parte de las fuerzas compuestas por rurales y federales se retiró en desbandada cruzando el río Bravo para el lado de Texas, donde fueron capturados por las tropas del 14º Regimiento de Caballería de los Estados Unidos. Algunos diarios publicaron la muerte de ocho federales ahogados al tratar de cruzar el río. Cerca de 14 federales fueron fusilados ese mismo día en Reynosa. Veintisiete federales capturados en Reynosa fueron llevados al poblado de Río Bravo donde diez serían fusilados el 14 de mayo en un motín. En la contabilidad documentada consta que fueron aproximadamente cerca de 70 personas perecidas durante la campaña, mientras que el fotógrafo americano Glenn estimó el fallecimiento de hasta 150 personas de ambos bandos. 

La batalla terminó unos minutos después de las 4 pm, según datos en los escritos de Múgica, quedando las fuerzas constitucionalistas dueños de la plaza. La mayoría de las fuerzas federales desertó en desbandada por la vía del ferrocarril hacia Matamoros.

La toma de la plaza de Reynosa y del ramal ferroviario que comunicaba a Monterrey con Matamoros representaba el jaque mate sobre el cerco fronterizo que había tendido Carranza desde marzo, al principal bastión de las fuerzas federales de Huerta en Matamoros. Son muchas las historias que quedan por contar de este episodio de la Revolución Mexicana. Hecho histórico que cambió para siempre a los ciudadanos en lo relacionado con su estructura social, política y económica. Esta es una fecha importante que debe ser recordada por los reynosenses.

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