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30 de febrero, el día que sólo existió una vez en la historia

En 1712, un país europeo tuvo que marcar un doble año bisiesto, o sea un febrero de 30 días, con el propósito de sincronizar su calendario con el resto del mundo

Este 29 de febrero de 2020 nos recuerda que, cada cuatro años (con algunas excepciones), añadimos un día al nal de febrero a nuestro calendario de 365 días, en lo que llamamos un año bisiesto.

30 de febrero, el día que sólo existió una vez en la historia

El problema siempre ha sido alinear el calendario de 365 días con el tiempo real que demora la Tierra girando alrededor del Sol. Contar el tiempo, marcar los días, meses y años, es una invención humana que trata de seguir los ciclos lunares -más o menos 29,5 días entre lunas llenas-, y solares, más o menos 365,25 días para que la Tierra gire alrededor del Sol. Pero es un conteo que está sujeto a la manipulación. Diferentes gobernantes a lo largo de la historia dividieron el año en meses (no siempre 12) y quitaron y pusieron días a esos meses según sus necesidades políticas y económicas, o sus caprichos personales.

Ese cálculo sirvió durante siglos, pero no es exacto. El año solar en realidad es un poquitín más corto: 11 minutos y 14,784 segundos, para ser precisos. No es una diferencia que pueda causar un impacto inmediato pero, con el paso de los años, el desfase es notable. Por eso el papa Gregorio XIII intercedió con su calendario en 1582, para "corregir" la discrepancia. Se hizo sobre todo por razones religiosas, pues el equinoccio de marzo, que marca el inicio de la pascua, se había desfasado por tres días a lo largo de los siglos.

Sea como fuere, el calendario gregoriano es el estándar establecido en la mayoría del mundo. Aunque no todos los países lo adoptaron al mismo tiempo. Primero fueron los que estaban alineados con la Iglesia Católica. En lugar de eliminar años bisiestos en las siguientes cuatro décadas, cortaron de un tajo 10 días. Saltaron del jueves, 5 de octubre, al viernes, 14 de octubre, de 1582. Otras naciones e imperios protestantes fueron reacios, pero nalmente adoptaron el cambio. Reino Unido y sus colonias americanas hicieron el gran salto del 2 de septiembre al 14 de septiembre de 1752.

Unos años después, el emperador Carlos XII se dio cuenta de que el calendario en Suecia no era ni juliano ni gregoriano, tomó medidas drásticas y abandonó el cambio. Pero, como ya habían omitido el bisiesto de 1700, ordenó que en 1712 (otro bisiesto) se añadiera un día adicional al 29 de febrero, creando así por única vez en la historia desde las épocas de Julio César, el 30 de febrero. Al nal, Suecia siguió el ejemplo de sus pares en el norte de Europa y adoptó el calendario gregoriano en 1753, con el mismo sistema de eliminar 10 días en el año de un tajo.

El calendario revolucionario de la Unión Soviética pretendía mejorar la eciencia de la producción industrial. Este incluía semanas de cinco días, en meses de 30 días, con unos cinco a seis días sobrantes al nal del año considerados "feriados". La intención de abolir la semana de siete días era para mejorar la producción industrial sin interrupciones del n de semana, pero pronto se dieron que sería muy difícil eliminar el tradicional descanso del domingo y la idea se abandonó. En ciencia cción también se puede encontrar la fecha. En el cuento corto de Ray Bradbury "La última noche del mundo", el fatídico acontecimiento sucede el 30 de febrero. Y en la obra de J.R.R. Tolkien, los hobbits han desarrollado un calendario con su equivalente febrero de 30 días. Ya en el mundo real, en algunas ocasiones, cuando la fecha de fallecimiento es desconocida, esta se registra en las lápidas como 30 de febrero



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