Se van a volar

A Riggan Thomson (Michael Keaton) el público lo recuerda por haber encarnado a Birdman en tres éxitos taquilleros hollywoodenses que, luego de 20 años, lo instan a tratar de reinventarse y, por eso, escribe, dirige y estelariza una obra de teatro para Broadway, con la que puede consolidarse o arruinarse por completo. 

Con la mira en México

Ese es el punto de riesgo dentro de la nueva película de Alejandro González Iñárritu, que hoy se estrena en México, y en la que Keaton analiza la vida del protagonista y acepta que las comparaciones en la vida real, por haber sido alguna vez Batman, son innegables. 

“Es un personaje, no soy yo. Es una historia, no es un argumento sobre mí. No hay nada tan poco parecido a mí como esto porque jamás me sentí en ese abismo en el que entra Riggan. 

“Ha sido muy justa la comparación de parte de los medios, acerca de mi renacimiento, pero de ningún modo me siento identificado. Su forma de ser es totalmente opuesta a mí, yo nunca he sido tan inseguro, al contrario, he pecado de analítico y confiado”, precisa Keaton en entrevista.

Y junto con él, en la presentación de la película en Nueva York, donde se rodó el largometraje, aparece el reparto estelar: Edward Norton (Mike) como el ansiado joven actor de la obra; Naomi Watts (Lesley) como la debutante en Broadway, Emma Stone (Sam) como la hija del protagonista que busca la madurez, Zach Galifianakis (Jake) como el productor, y Amy Ryan (Sylvia) y Andrea Riseborough (Laura) como las mujeres que han puesto en su lugar a la estrella del argumento.

Todo gira alrededor de los ensayos y el esperado estreno de la obra What We Talk About When We Talk About Love, de Raymond Carver, que es la esperanza del estelar para lograr un espacio en el competido mundo de Broadway.

“Esto es una retrospectiva de la mecánica de mi propia percepción. Es la reflexión de la constante reflexión entre el ego, que me habla y dice ‘soy un genio’, y a los veinte minutos me dice ‘eres un imbécil’”, expresa González Iñárritu. 

Y si en algo coincide el elenco, es en que la camaradería que surgió entre ellos ayudó a sobrellevar la presión de filmar en 30 días Birdman sin que hubiera errores mayores.

Los actores, encaminados a presentar el montaje final en el St. James Theatre, no saben en qué va a parar el proyecto de Riggan y si, con éxito o no, éste logrará sobrevivir a sus propios demonios.