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Un pacto que nació muerto

Hace poco más de 30 años, la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) estremeció la escena política cuando le espetó a Miguel de la Madrid: ‘¡Si se hunde Pemex, se hunde México; se hunde usted, señor Presidente!’

Eran los tiempos del entonces poderoso líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, y quien mencionó esa estremecedora frase fue quien en ese entonces era el Secretario General del Sindicato Petrolero José Sosa Martínez, claro está, con la fina revisión y anuencia de “La quina”.

A más de tres décadas de aquel suceso pareciera que esas palabras se acercan mucho a la realidad que los mexicanos del siglo XXI estamos viviendo, el país se encuentra con una efervescencia de descontento social debido a sendos incrementos a los precios de las gasolinas, PEMEX se encuentra prácticamente en la banca rota y la figura presidencial pasa por los niveles de aceptación más bajos en la historia política de nuestro país.

Un pacto que nació muerto

El martes próximo pasado, el presidente Enrique Peña Nieto atestiguó en el salón López Mateos de la residencia oficial de los pinos la firma del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar, esto como una reacción, bastante tardía por cierto, ante el creciente descontento social causado por el incremento a las gasolinas.

La reunión fue integrada por secretarios de estado, Líderes sindicales, representantes campesinos y empresarios. 

El acuerdo firmado contempla 4 ejes: Cuidado de la economía familiar, fomentar la inversión y el empleo, preservar la estabilidad económica y la austeridad en el servicio público.

EL acuerdo llegó demasiado tarde, el mal ya está hecho y no podrá ser sanado por un montaje de escenarios como el mencionado acuerdo ya que es inevitable la espiral inflacionaria que se avecina.

Este acuerdo en todo caso lo debió haber buscado el Presidente Peña y su equipo con todos esos sectores e incluyendo también a personalidades de la población civil, universitarios e intelectuales, antes, mucho antes de que se tomara la decisión autocrática del gobierno de incrementar en tal magnitud el precio de la gasolina. De esa manera hubiera obtenido un resultado diferente al catastrófico del cual ahora somos testigos.

La Coparmex se negó a firmar el ya mencionado acuerdo, y esta confederación patronal es bastante importante ya que representa a un sinnúmero de grupos empresariales poderosos los cuales generan la mayoría de los empleos en el país; calificó el acuerdo como improvisado, incompleto e insuficiente”, y señalo que el país requiere un liderazgo que ponga en la mira los temas relevantes.

Este acuerdo nació prácticamente sin vida, nació muerto, la sociedad mexicana no se “traga” el cuento de que en solo tres días se haya logrado elaborar un acuerdo que vaya a ser efectivo, se nos dice el que es lo que se va a hacer pero no el cómo y el cuándo, y  con absoluta seguridad le puedo comentar que los resultados esperados nunca llegaran a la sociedad mexicana, pareciera que todo fue solo una pantomima. 

El presagio de aquella estrepitosa frase que emitió el Sindicato Petrolero al entonces estupefacto presidente Miguel de la Madrid pareciera que ahora cobra vida ante un pacto que nació muerto.

Hasta la próxima, primeramente Dios.

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