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La paradoja de los migrantes

El año pasado, la Cámara de Comercio México-Estados Unidos (USMCC) otorgó los Premio al Buen Vecino 2016, al secretario mexicano de Hacienda, Luis Videgaray Caso

El año pasado, la Cámara de Comercio México-Estados Unidos (USMCC) otorgó los Premio al Buen Vecino 2016, al secretario mexicano de Hacienda, Luis Videgaray Caso, así como al secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jeb Johnson.

Al primerio, por sus contribuciones significativas a las relaciones México-Estados Unidos, le fue entregado el 25 de mayo en la Organización de Estados Americanos.

La paradoja de los migrantes

Videgaray Caso fue escogido “en reconocimiento a su papel estratégico en el diseño y la implementación de las reformas estructurales de México, en beneficio del desarrollo económico del país y del mejoramiento de la competitividad en Norteamérica”, lo que no deja de provocar cierto sospechosísmo, dado que renunció a su cargo en Hacienda en el mes de septiembre y dejó en su lugar a un manejable José Antonio Meade; luego se va a ocupar la tan importante cartera de secretario de Relaciones Exteriores de México.

Desde ahí ha hecho un papel acotado; sin embargo, no deja de presionar al gobierno del Anáhuac para que se pronuncie en defensa de los migrantes, muchos de los cuales nada quieren saben de la administración pública que los obligó a abandonar su país de origen para ir e busca de mejores condiciones de vida y que no confían en lo que hagan los funcionarios huehuenches, porque saben no harán nada que moleste al gobierno de EU.

Ayer, desde la presidencia de la República se envió un boletín que dice: “El presidente Enrique Peña reiteró, desde Palacio Nacional, a los connacionales mexicanos que viven en Estados Unidos, que no están solos. Seguiremos utilizando todos los recursos legales, diplomáticos e institucionales para que sean respetados sus derechos humanos y su dignidad”. Luego, fueron anunciadas inversiones importantes para lograr esa defensa.

Pero, con ser tan buenos esos anuncios, no dejan de provocar ciertas dudas, que se ven reforzadas por los hechos y las estadísticas concretas. Por ejemplo, no han variado ni un ápice las circunstancias que provocaron la migración de mexicanos hacia el vecino país: México presenta uno de los peores niveles de ingreso para los trabajadores en el sector manufacturero, tan sólo por arriba de la India, lo que pretende una ventaja competitiva que se suma a otras, como los tratados comerciales que se tienen con otros países, para fines de exportación; pero que, finalmente, impacta en la caída de capacidad de compra.

Sin poder adquisitivo de las masas asalariadas, el mercado interno se ve comprimido y favorece las importaciones de bienes y servicios de mala calidad, pero precios bajos. El resultado final es un pobre crecimiento de la economía y la conversión de México en el que menos ha crecido en el conjunto de las naciones de Latinoamérica. A ese fenómeno, a todas luces inducido por el exsecretario de Hacienda y ahora canciller, se suma el altísimo e imparable endeudamiento público en los tres niveles de gobierno, el déficit público y el alza de impuestos disfrazada absurdamente, como el subsidio a la gasolina.

Dos cosas debían hacerse antes de dedicar un peso a la defensa de los migrantes en el vecino país y a su recepción en México, la primera de las cuales es una pregunta de índole absolutamente personal: ¿desea usted salir de los Estados Unidos y volver a México? La otra es: Dejar de lado la ortodoxia económica de los ‘Chicago boys’ que jefatura Videgaray para estimula la creación de fuentes de empleo bien remunerado. ¿Cómo hacerlo? Pues para ello basta con que pongan atención a lo que han venido haciendo doña Janet Yellen, presidente de la Reserva Federal, y ahora el presidente Donaldo Trump: Premiar la inversión no el ahorro y bajar los impuestos y regulaciones para las empresas, a fin de que creen las empleo, y a las clases medias para fomentar el consumo y generar el círculo virtuoso de la economía de inversión-empleo-consumo.

Si se quiere ayudar a los mexicanos en el extranjero, o recibirlos como se merecen, entonces no han más que crear en México las mismas condiciones que fueron a buscar.