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¿Ignorancia o perversión?

Los efectos perniciosos del neoliberalismo y la globalización, fueron conocidos y denunciados desde finales del siglo pasado. Michel Camdessus, director del Fondo Monetario Internacional, dijo, en 1997: “El panorama de crecimiento y progreso social en América Latina en los últimos 30 años es claramente menos que satisfactorio. Es desalentador, además, la pobreza está ampliamente diseminada y de acuerdo a algunas estimaciones aún afectará a un tercio de las familias, o sea, 200 millones de personas”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, auspiciada bajo las banderas del Nacional Socialismo, el fascismo y el franquismo, el neoliberalismo aparece como una doctrina revolucionaria, cuya tesis fundamental es el achicamiento del estado y el privilegio de la libre empresa.  Este fenómeno ideológico tiene su génesis como movimiento intelectual y posteriormente como ideología hegemónica, a partir del libro de Friedrich Hayek, Camino de Servidumbre, escrito en 1944. El mercado debía ser el principal regulador.

¿Ignorancia o perversión?

Fueron Ronald Reagan y Margaret Thatcher sus principales impulsores. En México, fue Miguel de la Madrid Hurtado quien entregó el poder político al poder económico bajo la presión de su secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas, quien integró un grupo de magnates a los que pidió una cuota de 25 millones de dólares para hacerse del patrimonio nacional acumulado a lo largo medio siglo de gobiernos revolucionarios.

Desde entonces, la distancia que separa a los que tienen en exceso y los que de todo carecen, ha crecido abismalmente; la riqueza nacional se ha apiñado en unas cuantas manos estériles e inútiles. El último golpe fue la demolición de los dos pilares fuertes  de la economía nacional: Petróleos Mexicanos y la CFE para venderlos como chatarra.

Todos los que formaron parte del complot para aniquilar a las empresas paraestatales, sea De la Madrid o los últimos pillos que siguen tan campantes, fueron adoctrinados en las universidades de los Estados Unidos, donde los estudiantes locales han protestado por la cerrada ideología dogmática que han reconocido ser un total y absoluto fracaso.

La mismísima Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ha señalado que durante los últimos años se ha registrado un incremento en la convicción de que los mecanismos económicos mencionados generan desempleo y empujan hacia reducciones salariales, y en regiones como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón dichas percepciones duplican el promedio global. El trabajo se precariza rápidamente.

No hay lugar a dudas de que todos los indicadores señalan un deterioro brutal del poder adquisitivo y de la calidad de vida de quienes dependen de un salario o de una pequeña empresa para proveer sus necesidades propias y las de sus familias; a la vez que pone de manifiesto las absurdas políticas fiscales, laborales, educativas y sanitarias regresivas, con las que castigan a las clases medias en beneficio exclusivo de los grandes capitales.

La actual administración vendió el paquete de reformas estructurales como la panacea para hacer de México un país próspero y a los mexicanos los nuevos ricos; la realidad ha sido diferente. Además, lo dicho ni siquiera es idea original, responde y corresponde al mandato de los organismos financieros internacionales que aseguran que: “Ajuste estructural es, como su nombre lo indica, ajustar la estructura productiva de un país para que su economía sea más eficiente, produzca más con los factores productivos disponibles, vuelque su producción hacia el mercado exterior y sea capaz de enfrentar con éxito los problemas de la balanza de pagos causados por la deuda externa y las oscilaciones de los términos de intercambio. Altas tasas de crecimiento proporcionan la base para aumentar el empleo y los ingresos fiscales para efectuar obras de bien social e infraestructura para el desarrollo”. Sí, muy bonito; pero, muy falso. Ora México está en la ruina y los mexicanos jodidos se lamentan y se la mientan a los responsables de ello.