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Guerra de sucesión

En la parte inferior -muy inferior- de esta columnejilla viene "El chiste más pelado del primer semestre del año". Nadie en su sano juicio debería leerlo. Pero ¿habrá actualmente alguien en su sano juicio? Lo dudo, según anda el mundo y según andan los tiempos. El autor, que no ha temblado ni siquiera al recibir una invitación para escuchar un Informe de Gobierno, tembló como azogado en el momento de dar a los tórculos ese vitando chascarrillo. Si lo publica es sólo para añadir un testimonio más a los muchos que dan constancia de que la moral es hoy por hoy una especie en vías de extinción. Anteceden al relato otros cuentecillos picarescos, una aventurada profecía política y una disquisición exculpatoria... Doña Pasita, bondadosa anciana, tomaba todos los días la píldora anticonceptiva. Si alguien se asombraba por eso le explicaba: "Es que ya no quiero tener más nietos"... En el programa de preguntas y respuestas el conductor le preguntó a una de las participantes: "¿Quién fue la primera mujer?". La chica vaciló. Alguien que estaba atrás de ella le musitó para ayudarla: "Eva... Eva". Repitió ella: "Eva". Le preguntó, molesto, el conductor: "¿Quién se la sopló?". Sin dudar esta vez respondió la concursante: "¡Adán!"... Don Poseidón, labriego acomodado, tenía una linda hija llamada Cerestina, que acostumbraba dar algo cada día a los pedigüeños que llegaban a su casa. Cierto día un hombre llamó a la puerta, y la abrió don Poseidón. Dijo el sujeto: "Me llamo Juan, y vengo a que su hija me dé el pan". Poco después se presentó otro pobre: "Me llano Tino, y vengo a que su hija me dé el vino". A poco llegó otro individuo: "Me llamo Toño, y vengo a que su hija me dé el.". Don Poseidón no lo dejó terminar. Le dijo: "¡Eso que te lo dé tu abuela!", y le dio con la puerta en las narices... Los Estados Unidos tuvieron su Guerra de Secesión, en la que combatieron el Norte contra el Sur. ¿Cómo sería en México una guerra no de secesión, sino de sucesión, con un candidato presidencial del Norte, digamos Jaime Rodríguez, "El Bronco", y uno del Sur, digamos Andrés Manuel López Obrador, "El Peje"? El tabasqueño debe haberse preocupado cuando el norteño ganó como candidato independiente la elección de gobernador de Nuevo León. En efecto, si se dan condiciones propicias Rodríguez podría ser para AMLO un peligrosísimo rival. Menos gastado y menos desgastado que el Peje, el Bronco puede llegar a ser una importante opción en el 2018. ¿Cómo sería esa guerra de sucesión? Otra vez el Norte, industrial y moderno, contra el Sur, rural y afincado en usos y costumbres ancestrales. Lejos de mí la temeraria idea de sugerir que el resultado sería el mismo que el de la Guerra de Secesión. Yo ni quito ni pongo rey. Pero dejo en el aire esa pregunta: "¿Cómo sería?"... El ejercicio de la sexualidad es el más grande goce corporal que los humanos podemos disfrutar. Si lo acompaña el sentimiento del amor se vuelve entonces perfecta plenitud física y espiritual. Triste de aquel que no la haya conocido. Escribió López Velarde: "¡Desdichado el que en la hora lunar / en su lecho no huele azahar!". Entre dos que se aman todo está permitido, a condición de que haya libre consentimiento y nadie sufra daño ni lo cause a su pareja. Ninguna persona o institución puede imponer reglas o tabúes a los amantes; sólo ellos están en aptitud de fijar la naturaleza y límites de su relación. Especialmente los profesionales de la religión, que han visto siempre con ojos de sospecha la dimensión carnal de la criatura humana, deben abstenerse de vetar tal o cual manifestación de la sexualidad. En el caso del catolicismo eso cobra particular énfasis, por el celibato sacerdotal. "If you don't play the game, don't set the rules". El erotismo tiene múltiples variantes, y en el amor y la responsabilidad la pareja puede explorarlas todas sin que el sentimiento de culpa o de pecado inhiba sus manifestaciones amorosas. Dicho lo anterior puedo ya proceder a narrar "El chiste más pelado del primer semestre del año... En el lecho conyugal el marido, extasiado por la belleza de su esposa, le dijo lleno de emoción: "¡Siento deseos de tocarte como se toca un violín!". Respondió ella: "En este momento se me antoja más que me toques como se toca una armónica". (No le entendí). FIN.

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