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El espejo macabro

Definitivamente, el siglo XX, dominado por el ideario del nacionalismo revolucionario, produjo lo mejor que se ha dado en México en los tres grandes campos de la cultura humana: el arte, la ciencia y la moral. Destaca la creación literaria por cuanto crea y recrea una realidad ficticia de un mundo que no había podido ser atrapado por otros medios. Escritores extraordinarios, como John Steinbeck (La Perla) y Bruno Traven (Canasta de cuentos mexicanos), fueron sólo un escaparate.

Un escaparate de la realidad mexicana que, con tanta maestría en el manejo de los temas y de la estructura narrativa, se toparon con el escollo del lenguaje (huarache no es sandalia, ni machetazo es estocada). Fue necesario que llegara al mundo, el 16 de mayo de 1917, hoy hace un siglo, el que quizá sea el más reconocido y el menos prolífico de los escritores mexicanos modernos: Don Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, Juan Rulfo, quien con únicamente dos libritos pequeños; pero intensos, colocó a México y los mexicanos frente a un espejo macabro, que refleja su terrible realidad.

El espejo macabro

El llano en llamas, publicada en 1953, es una serie de 17 cuentos que narran un mundo cerrado y violento donde el costumbrismo tradicional se desplaza para vincularse con los mitos más antiguos de Occidente: la búsqueda del padre, la expulsión del paraíso, la culpa original, la primera pareja, la vida, la muerte. Estos se confirman en su novela Pedro Páramo (1955), con un original manejo de las técnicas narrativas que por momentos se vuelven poesía pura; que es donde más se echa de ver el reflejo macabro de la vida nacional, dominada por el poder de un cacique que deja morir todo antes de morir él.

Como un moderno nigromante, Rulfo pintó, a mediados del siglo pasado, los momentos que vive el Anáhuac: “Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer.

Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas despostilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? “La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted”.

En uno de esos momentos magníficos, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez escribieron, a partir de un texto de Juan Rulfo, el guión de la extraordinaria película El gallo de oro, que es uno de los filmes más destacados de la cinematografía nacional, del que Ignacio López Tarso, que la estelarizó con el personaje de Dionisio Pinzón, acompañado de Lucha Villa y Narciso Busquets, dice que es la cinta que mayores satisfacciones le ha proporcionado, lo que es mucho decir de su parte.

A pesar de que la producción de Rulfo fue tan parca, le valió un general reconocimiento en todo el mundo de habla española, reconocimiento que se concretó en premios tan importantes como el Nacional de Letras (1970) y el Príncipe de Asturias de España (1983); fue traducida a numerosos idiomas y se considera como el ejemplo de la literatura mexicana, que no es poco si se toma en cuenta que durante el siglo XX florecieron talentos mexicanos de proyección universal: Reyes, Paz, Fuentes…

Con motivo del centenario de su nacimiento, tanto la Universidad Nacional Autónoma de México, como la Fundación Juan Rulfo, preparan una serie de eventos que se iniciarán este día con la apertura de actividades que se prolongarán toda la semana. En España, el director de la Editorial RM y representante para la ocasión de la Fundación Juan Rulfo, Ramón Reverté; el director General de Casa de América, Santiago Miralles; la vicerrectora de la Universidad Autónoma de Madrid, Margarita Alfaro y el profesor de Literatura Hispanoamericana de esta Casa de Estudios, Eduardo Becerra, encabezarán diversos actos conmemorativos del centenario de su nacimiento.

Como dato adicional, con un carácter eminentemente rulfiano, la Fundación Juan Rulfo, indicó que: “No se van a prestar al uso de recursos públicos para hacer un homenaje al escritor y, por ello, solicitaron a la Presidencia de la República y a la Secretaría de Cultura, que se abstengan de gastar cualquier suma por pequeña que sea, a fin de realizar un homenaje con motivo del centenario de Juan Rulfo”.

PD: A este espacio se dirigió el Lic. Miguel Ángel Dionisio, vocero de la empresa Kansas City Shoutern, para decir que el expresidente Zedillo no trabajó para ellos; sino para la Union Pacific.