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Échate otra Farías

Albert Einstein afirmó: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica… la voluntad”

La riqueza de nuestro pueblo reside en la fuerza de voluntad de nuestras mujeres y hombres, voluntad que nos invita a ser mejor cada día, sabiendo que lo que viene, no sólo es lo mejor, es espectacular para nuestra vida, ¡ah! y tenemos el gusto de aderezarla con una pizca de pasión, otra de amor y con un condimento infaltable: el buen sentido del humor.

Échate otra Farías

En mi tierra, el viejo Filósofo no es un personaje aislado en el paisaje humano de la cultura popular, hay cientos de ellos, que con su ingenio enriquecen nuestro día a día.

Uno de ellos, lleno de anécdotas y ocurrencias, es uno de los personajes más famosos de la región cañera del Estado, el Mante, Tamaulipas, Don Jesús Farías Balboa conocido popularmente como “Don Chuy”.

Vivió en la populosa colonia Obrera y trabajó en el Ingenio de esa ciudad, contrajo matrimonio con la señora Alicia López de la Garza, con quien procreó tres hijos: Francisco, Jesús y Silvia.

Una cuestión que caracteriza a las anécdotas de éste célebre personaje, es con una sana complicidad, con una imaginería inagotable, exagerando las cosas o agregándoles situaciones increíbles, muchas personas le llaman mentiras, pero sirvieron para hacer pasar un buen rato y llevar a reír a quienes lo escuchaban.

Una vez que acababa con una de sus anécdotas, sus oyentes lo estimulaban a continuar con su conocida frase: “échate otra Farías”, misma que ha perdurado a través del tiempo y que se ha vuelto clásica para animar a otras personas a decir una que otra mentirilla, o para hacerle notar que no se le cree el “sucedido”.  

Para ingresar como socio al prestigiado “Club de Pesca Apolonio Alcalá”, en el poblado de “La Pesca” Municipio de Soto la Marina, Tamaulipas, se tiene que seguir al pie de la letra el lema que dice: “Cree todo lo que te cuenten; para que cuando cuentes… ¡seas creído!”

Pues contaba “Don Chuy” que gozando de unas merecidas vacaciones, se fue a pescar a la Presa “Vicente Guerrero”, estaba en la lancha en la cortina de la Presa, cuando como a las cinco de la tarde recibió una llamada al celular, se le informaba que ese día, a las siete de la noche, en Ciudad Victoria, el Gobernador le daba la audiencia que había solicitado.

Don Jesús, tenía necesidad de platicar con el mandatario estatal, en virtud que le urgía conseguir chamba a uno de sus hijos; la ocasión no podría ser desperdiciada. Calculó el tiempo que emplearía de ir a tierra y de ahí en la troca a Victoria, llegó a la conclusión que no le era suficiente, por lo que aprovechando que traía maíz en sus bolsas, lo lanzó al agua. Atraídos por los granos, se dejó venir un centenar de patos de gran tamaño.

Contaba que suavemente se metió a bucear hacia los patos, agarró 16 de ellos, colocando las patas de 8 en cada una de sus manos; estos, al sentirse atrapados, aletearon, emprendiendo vuelo; en el aire se dio cuenta de que iban volando pa’ Reynosa. O sea que iban en dirección contraria, razón por la cual, con su mano izquierda les jaló las patas, haciéndolos cambiar de rumbo hacia Ciudad Victoria, ‘onde aterrizó con dificultad en el techo del edificio de Palacio de Gobierno… ¡por la antena de radiocomunicaciones!

Estaba nuestro célebre personaje, comentando a sus amigos acerca de las peripecias que se viven con la afición a salir al monte. Contaba que cierto día en una excursión, acompañaba a una “manada” de niños Boy Scouts al Cerro del Bernal. Llevaban las cosas de rigor: casa de campaña, sleeping bag, lámparas, comida y entre otras cosas, una pequeña hacha para cortar leña y hacer la clásica fogata.

Aunque la idea inicial no era ir de cacería, el día del regreso, intempestivamente se les atravesó un armadillo de tamaño descomunal. Rápidamente Farías pide a uno de los pequeños exploradores el hacha y se la lanzo al animal, atinándole exactamente en la frente.

Decía “Don Chuy”, el pobre animalito, increíblemente, no murió, sino por el contrario, apresuradamente corrió, metiéndose en el monte. Como a los nueve meses –contaba nuestro célebre personaje– regresé exactamente al mismo lugar donde había visto al armadillo y ¿Qué creen?, ‘onde’ va saliendo el mismo animal, con el hacha todavía encajada en plena frente, pero eso no es nada, el armadillo iba ahora acompañado de ocho pequeños armadillitos, ¡todos ellos con una hachita encajada en su frentecita!