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Borrego viudo; ovejas negras

Con el affaire del Borrego Viudo cae por tierra la cantada ausencia del crimen organizado en los dominios del jefe de Gobierno

La historia detrás de la taquería El Borrego Viudo puede ser argumento para una novela negra, o cuando menos un caso para la Araña —aquel detective de papel creado por Tobi, el de la Pequeña Lulú—.

¿Por qué después de 49 años de funcionamiento, nadie se había quejado del Borrego Viudo?

Borrego viudo; ovejas negras

El doble cierre del famoso comedero revela gato encerrado; pleito familiar con salsa picante —que son los peores—, corrupción y acción del crimen organizado, todo lo cual urge ser investigado.

Verónica Villagrana Camarena teme por su vida. Es dueña legal del establecimiento desde 2013, acusa de despojo a su primo Conrado Villagrana Martínez, quien el 12 de marzo pasado utilizó la fuerza de la banda criminal conocida como La Unión de Tepito —célebre por la ejecución de 13 jóvenes secuestrados del Bar Heaven— en medio de una disputa por la herencia de José Villagrana, padre de Verónica, quien se dice víctima, y tío de Conrado, quien a su vez se asume despojado.

En carta dirigida a los medios de comunicación, Verónica Villagrana señala a la delegada en Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez, por haber ignorado o protegido al grupo criminal que, al servicio del primo Conrado, golpeó a los meseros del lugar y a los inspectores del Instituto de Verificación Administrativa (Invea), enviados por Meyer Klip Gervitz a poner los sellos de clausura. Según Xóchitl, los funcionarios Invea extorsionaban a la dueña del Borrego Viudo.

La acusación explica las raras situaciones registradas desde hace tiempo en el célebre “changarro”. En torno al Borrego Viudo, dice la que se dice dueña, hay un rebaño de ovejas negras, bien armadas y aceitadas por el maléfico primo Conrado.

Sospechosamente la autoridad se ha hecho de la vista gorda. Ni los dichos de la señora Villagrana, ni la evidencia de los malosos amenazantes había conmovido hasta ahora a los encargados de la seguridad pública capitalina.

Las cosas quedarían en asunto de jueces civiles de no estar de por medio el cártel más famoso y temido de la Ciudad de México, aunque el abogado del Borrego Viudo, Maviael León, lo niegue.

La mafia de La Unión de Tepito ha extendido sus tentáculos por toda la urbe. Amenazas, extorsión, cobro de derecho de piso o tacos de trompa sin tortilla, son “recetados” cada día para miles de comerciantes establecidos, sobre todo en la zona del Centro Histórico.

Con el affaire del Borrego Viudo cae por tierra la cantada ausencia del crimen organizado en los dominios del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, quien está que se enchila con este taco.

El Borrego Viudo no es caso único, sino la muestra de un nivel descarado de impunidad que permite a criminales operar como intocables. Es otro ejemplo de descomposición institucional en la Ciudad más grande del país, independientemente de los pleitos familiares por una herencia.

EL MONJE MORBOSO

Lo invito al gran circo en Toluca; payasos, acróbatas y “animales” de la grilla nacional, bienvenidos a una función trascendental que de antemano ya tiene canción cantada por el respetable público: “Songo le dio a Borondongo; Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le echó a Burundanga, le hinchan lo pies; ¡azúcar!” “El Delfín”, “La Delfina”, Josefina, “El Comodín” incomodón y “la morralla”, suben al ring con malas artes y peores mañas; todos contra todos, a tres caídas, sin límite de sangre. Del Mazo, paz y amor; la maestra Gómez, que te comes con el escándalo de corrupción de la candidata a alcaldesa de Las Choapas, Veracruz; Vázquez Mota, exorcizante, diferente, divergente y urgente; Juan Zepeda, Juan Sin Miedo, apuesta a la voltereta para recoger de lo perdido lo que aparezca; los demás son lo de menos. Mañana, saldos y consecuencias con buenas, malas y pésimas referencias.