Columnas > GERARDO MORENO

‘Síndrome de Blanca Nieves’

«Cuando la madre siente celos y envidia de su hija»

Tuve una compañera en la primaria que se llamaba “Dianita”. Era verdaderamente bonita, inteligente, obediente y claro, siempre fue la reina de los festivales de la primavera y en los bailables del diez de mayo, siempre destacaba más que las otras niñas. La razón por la que era tan afortunada es porque era una verdadera muñequita de porcelana. 

Por supuesto que la mamá de Dianita siempre andaba como pavo real y se sentía la divina garza, presumiendo la lindura de su hija. Sin embargo, llegó el momento en que Dianita dejó de ser niña y la mamá comenzó a sentir una especie de competencia y “comezón” contra su hija. Sé que puede ser complicado creer que una mamá se pueda descomponer simplemente porque su hija está creciendo y poniéndose más que chula. No obstante, este padecimiento existe y se le llama “Síndrome de Blanca Nieves” y sus síntomas se agudizan conforme la hija se va realizando como mujer, mamá y esposa. 

‘Síndrome de Blanca Nieves’

Espejito, espejito ¿Quién es la más bella?

Si observamos con atención, muchas mamás creen que sus hijas son sus representantes oficiales y que dependiendo de cómo se porten, cómo se vistan, si están flacas o gordas, qué tipo de novio tienen, etcétera, van a revelar la clase de valores y el tipo de madre que tuvieron, cuando no necesariamente es así. 

¿Te puedes imaginar el peso de cargar en los hombros el prestigio de tu madre? Imagino que toneladas. De hecho, hay hijas que se someten a los lineamientos de la mamá, incluso estando ya casadas y, de cierta manera, ese sometimiento es una ofrenda a su mamá. 

Hay mamás que lo sufren de forma diferente, por ejemplo, hay señoras que se comienzan a vestirse igual que sus hijas (o parecido), incluso, hay mamás que de repente van a los mismos antros donde van sus hijas y, naturalmente, sus hijas desean que se las coma la tierra cuando se encuentran a su mamá disfrazada de “buena onda y cool”.

Pero, sin duda alguna, la etapa más triste y donde se detonan los síntomas, es cuando la hija ya se casó, tiene su propio hogar, sus propias reglas y normas de cómo administrar y organizar al marido, los niños y la casa. Si la mamá de la hija fue esposa sometida e incluso minimizada, es probable que intente hacer “alianza” con el yerno para demostrar que a la hija le queda grande el papel de esposa. Incluso con los nietos, se portan como si fueran la mamá y no dejan de opinar en cómo “deberían” de criar a sus hijos y al final del día, quieren dar el mensaje de que también son mejores madres que lo que son sus hijas. 

Al explicar estas variantes, en ningún momento quiero decir que las mamás dejaron de querer a sus hijas, ni mucho menos que las odien. Por ahí no va la cosa. Lo más probable es que de alguna manera las mamás no se terminen de sentir realizadas y desean alcanzar sus anhelos a través de sus hijas. Por otro lado, muchas mamás desean convertir a sus hijas en el tipo de mamás o esposas que ellas hubieran querido ser. 

Yo estoy convencido que todas las mujeres son unas muñecas y estarás de acuerdo conmigo, que existen muñecas de 20, muñecas de 30, muñecas de 40 y así, sucesivamente. Todas al final del día son muñecas con su belleza única. Cuando deseas vivir la vida de alguien más (aunque no sea la de tu hija) terminarás comparándote, sintiéndote menos y en el peor de los casos, desfigurada de la cara por tanta cirugía. De nada sirve que te alejes de tu hija, lo mejor para todos será que recibas orientación profesional para resolver “aquello” que ves en tu hija y que te detona, sin embargo, comprende que no es tu hija quien lo hace, sino lo que tú interpretas. Abrazo y celebro la muñeca que eres. Sé amable contigo (y con ella), nos leemos pronto. Anótele. 

Regálame un pulgar en mi página oficial de Facebook:

Coach Gerardo Moreno