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Primero los compromisos

Esto de nombrar colaboradores ha sido el dolor de cabeza más agudo que padecen los gobernantes al iniciar sus períodos administrativos porque si bien hay un cúmulo de vacantes, el número de solicitantes de empleo los rebasa sobradamente. Y a eso agréguele que le ponen mucho cuidado a las designaciones, y no crea usted que son a su libre arbitrio: son varios los factores que tienen que ponderar antes de firmar o autorizar el nombramiento.

Por lo mismo, en el inicio de toda administración en cualquiera de sus tres niveles los compromisos terminan imponiéndose a la lealtad y por ello vemos que gente muy ligada a los nuevos gobernantes no aparecen en la lista de los colaboradores de primer nivel y a veces ni en los de segundo por lo que terminan siendo resguardados en un cargo menor con la opción de que en cualquier momento serán ascendidos.

Primero los compromisos

Pero algunos aguantan la decepción, otros no y son los que tradicionalmente comienzan a despotricar. Generalmente estos no son lo que se dice políticos sino personas que se ilusionaron con ingresar al servicio público porque el amigo o el compadre llegó al poder y pensaron que eso sería suficiente para abrir las puertas de par en par.

Hay sobrados casos al respecto, pero mencionaré el más famoso y éste se vio en los tiempos de don ADOLFO RUIZ CORTINES cuando era presidente de México.

Cuenta la anécdota que don Adolfo tenía un compadre veracruzano –como él– que cuando ya era presidente electo acudió a saludarlo y con la familiaridad y confianza que le tenía le soltó palabras más palabras menos: ‘‘Pues ahora si compadre, tú eres el que decides, quiero que me hagas gobernador’’.

Don Adolfo con la calma que le caracterizaba respondió: ‘‘Pues comience a moverse compadre’’, palabras que el susodicho compadre las interpretó como un ‘‘ya está la calabaza’’.

El caso es que se vino la decisión por la gubernatura de Veracruz y a don Adolfo ni por la mente le cruzó lo que le había pedido su compadre. Éste al enterarse que el PRI había nombrado a otro como candidato, raudo fue a Los Pinos y pidió cita con el presidente.

Como el secretario particular ROGERIO DE LA SELVA sabía plenamente de la amistad con el presidente, le comentó que ahí estaba su compadre que ya tenía días de pedir entrevista, a lo que don Adolfo dijo: ‘‘Ya sé a qué viene, pásamelo’’. Y así fue.

Cuando entró al despacho del presidente, don Adolfo, colmilludo como era, se levantó del escritorio y salió a recibirlo con los brazos abiertos diciéndole: ‘‘Nos ganaron compadre’’.

Huelga decirles la mueca de decepción.

Pero relato lo anterior para ilustrar que si desde entonces no bastaba ser amigo hoy en día ese factor de la amistad no cuenta a la hora de las decisiones.

Definitivamente son los compromisos los que están en primer lugar, luego ya vendrán las inclusiones de los amigos, pero tienen que aguantar vara.

Y por hoy, BASTA.

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