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Domesticando al gorila que llevamos dentro

Le platica un sujeto a otro: “Ayer iba manejando por la calle cuando veo que tres tipos estaban golpeando a un pobre infeliz, y que me paro. Me bajé y entre los cuatro le pusimos una...”

Le platica un sujeto a otro: “Ayer iba manejando por la calle cuando veo que tres tipos estaban golpeando a un pobre infeliz, y que me paro. Me bajé y entre los cuatro le pusimos una...”

Bueno, pues algo así pasó con unas chicas que yo me sé de una escuela que yo conozco.

Entro a la oficina de la carrera y veo en la sala de juntas a unas alumnas con sus padres y personal directivo. Las muchachas tenían cara como que estaban más asustadas que un bebé en una fiesta de Halloween. Rápidamente hice la siguiente ecuación: Alumnas+Papás+Personal directivo=Problemas.

Resulta que una de estas chicas tenía una diferencia con una muchacha de otro grupo. En un receso fue a confrontarla, se le unieron otras tres (karateka incluida), y entre las cuatro se le fueron a la yugular y le pusieron una zarandeada a la otra pobre. Lo bueno que la zarandeada sólo fue verbal, no llegó a las manos, pero el problema sí llegó a la dirección y por poco me expulsan a estas cuatro insensatas, que ahora se hacen llamar “Las 4 Fantásticas” (la que se mete con una, se mete con todas). Pero finalmente creo que aprendieron la lección, y ahora andan que solo les falta flotar y traer la aureola sobre la cabeza. Todas unas santas. Bueno, eso dicen ellas (¿Será? Se me hacen muy ojonas pa’ ser palomas).

El incidente me sirve de fondo para recordar la definición que en alguna ocasión leí acerca de lo que es la inteligencia emocional. Decía esta definición: “La inteligencia emocional es la rara habilidad de ponerse furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la forma correcta”.

En mis conferencias sobre este tema pongo el ejemplo de aquel hombre que en su trabajo el jefe le pone una maltratada y le grita frente a sus demás compañeros. Este hombre siente que se le retuercen los entrecijos del coraje, pero no le dice nada al jefe. Aguanta callado. Llega a su casa, y ahí sí suelta al gorila para que descargue toda su furia. ¿Contra quién? Contra la esposa y los hijos. Es decir, se está poniendo furioso por el motivo correcto, pero ni con la persona correcta, ni en la intensidad correcta, ni en el momento correcto ni de la forma correcta.

Les digo también que las emociones son como un río, es decir, son una fuerza. Si un río se mantiene dentro de su cauce, sirve para muchas cosas buenas. Para el riego, para la alimentación, para la limpieza. Si un río se desborda, provoca caos, catástrofe, muerte.

Lo que este hombre tendría que hacer en lugar de permitir que su furia se desborde ante las personas incorrectas, sería aprovechar esa fuerza (la emoción del enojo) que le provocó el regaño de su jefe, y encauzarla para tomar el valor de ir a hablar con él, y decirle: “Señor, regáleme 10 minutos. Mire, me sentí muy mal por lo que pasó hace un momento. Yo quisiera que me dijera si estoy haciendo algo mal o si hay algo en mi desempeño que no le parezca. Me interesa mejorar y corregir mis errores”. 

Actuando de esta manera, esta persona estaría manteniendo el río dentro de su cauce, estaría dirigiendo la fuerza de la emoción hacia la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la forma correcta. ¿Que es difícil hacerlo? Claro, por eso dice: la RARA habilidad. No todos la tenemos, pero podemos desarrollarla si tenemos el deseo de hacerlo. De la otra manera, solo se provoca daño en el corazón de aquellos a quienes decimos amar. Y aunque a veces queramos enmendar el error, hay casos en que un “lo siento” no es suficiente para reparar el daño. Una taza de porcelana rota, por muy bien que la peguemos, no queda igual. Y las relaciones familiares son mucho más valiosas que una taza de porcelana, de ahí la importancia de aprender a controlarnos y de evitar andar como energúmenos.

Entonces amigos, aguas con el gorila, no lo dejen salir tan fácilmente. Es importante que aprendamos a domesticarlo. Si sienten que está a punto de salir de su jaula, aviéntenle un platanito para que se calme o a ver qué hacen, porque una vez que sale, el resto sólo serán problemas. Y si no me lo creen a mí, pregúntenle a “Las 4 Fantásticas”. ¿Verdad, Chely?

jesus_tarrega@yahoo.com.mx

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