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Amores verdaderos

El mes de febrero es tradicionalmente el mes del amor y la amistad, lo vemos en cada aparador y cualquier negocio que desea incrementar sus ventas utilizando el “amor” que desean profesar los enamorados en esta fecha. Sin embargo, convendría dejar claro que aunque el ser humano necesita de afecto, de simpatía, del sentirse aceptado por los demás, en particular por la persona amada, debe estar consciente que no todos los amores en esta vida son sinceros, el amor puede causar daño cuando nos dejamos llevar por la ansiedad y el sentimiento de inseguridad, nos dejamos controlar por los celos, somos posesivos, o en extremo condescendientes con nosotros mismos. Para convivir con alguien hay que observar el comportamiento de la otra persona y el de uno mismo y estar atento a reconocer las señales del amor dañino para combatirlo desde el primer momento, antes de que empiece a dominar nuestras vidas y forme un patrón de comportamiento que nos impida tener relaciones sanas y satisfactorias. Si no estamos seguros de la persona que hemos elegido como pareja y continuamos preguntándonos a cada momento si la persona amada es digna de nuestra confianza, podríamos terminar con el amor mismo; el amar implica el darnos completamente, más allá de cualquier prueba tangible que pudiéramos pedir a cambio, el no lograrlo nos provoca ansiedad, y esta ansiedad no nos deja pensar ni vivir en paz. 

Las personas posesivas y controladoras tienen una necesidad de poseer las cosas o las personas, debido principalmente, a su gran inseguridad. Sienten que si son dueños de las cosas no las pueden perder, y tratan de poseer a las personas que aman por miedo a perderlas, ya que no se consideran a sí mismos como algo digno de ser amado. 

No entienden que el amor es un regalo, que se da y se recibe, que Dios y nuestros semejantes son dignos de ser amados, y  por lo tanto, ellos también. Los celos son un sentimiento universal dentro de las pasiones humanas, que pueden dar “color” a una relación cuando son inofensivos, pero que si no se controlan pueden convertirse en el cáncer del amor, el que padece los celos sufre y en algunos individuos se presenta la celotipia, un tipo de trastorno mental, que los puede llevar cometer actos inconcebibles, sobre todo si pensamos que la víctima es la persona que el enfermo ama. Si aceptamos que el ser humano es único e irrepetible, como toda creación de Dios, el amor dentro de dos personas será único e irrepetible también, por lo tanto no deberían existir los celos, pues cada amor tiene su sentido único y especial en la creación, pero para esto se necesita el conocimiento por ambas partes de que esto es cierto y la ética para no tomar ventaja de la confianza que en nosotros deposita el ser amado. 

El ser permisivos o condescendientes con nosotros mismos es, tal vez, la forma más clara de egoísmo que presentan los seres humanos, estas personas trata de amar, pero al hacerlo degradan a la otra persona, pues se sirven de ella para satisfacer sus necesidades e impulsos sexuales, sin tomar en cuenta los sentimientos y deseos del otro, aun y cuando necesiten del engaño para lograrlo. 

El romance no es más que un ejercicio de la imaginación, que exagera y ensalza eventos y situaciones relacionados con la persona amada, aunque la realidad sea diferente. 

Esto puede ser un gran peligro para el crecimiento y cimentación del amor verdadero, pues se le compara con expectativas irreales y falsas. El reflexionar sobre lo que somos capaces de dar y lo que estamos dispuestos a recibir nos permitirá conocer el verdadero amor. 

…Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.