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Los Reyes Magos “no querían más de lo mismo”, asegura el Papa

Los reyes supieron ver lo que el cielo les mostraba (la estrella), estuvieron abiertos a la novedad y representan a los “hombres creyentes” de hoy

Durante la misa de la Epifanía, ante más de cuatro mil fieles congregados en la Basílica de San Pedro en una fría mañana romana, el Papa reflexionó sobre la historia de los magos de Oriente que se pusieron en camino para adorar a Jesús porque “tenían el corazón abierto al horizonte”.

Los Reyes Magos “no querían más de lo mismo”, asegura el Papa

Los reyes supieron ver lo que el cielo les mostraba (la estrella), estuvieron abiertos a la novedad y representan a los “hombres creyentes” de hoy, los que tienen “nostalgia de Dios” y no han dejado se les anestesie el corazón, indicó.

Sostuvo que la “santa nostalgia de Dios” permite rechazar los “intentos reductivos y empobrecedores de la vida”, saca de los “encierros deterministas” que llevan a pensar que “nada puede cambiar”, rompe con los “aburridos conformismos” e impulsa a comprometerse por ese cambio anhelado.

Así –continuó- el “creyente nostalgioso” busca a Dios, va a la periferia, a la frontera y “lejos de hacerlo con una postura de superioridad” lo hace como un mendicante que no puede ignorar a quienes no creen.

“Como actitud contrapuesta, en el palacio de Herodes ¿que distaba muy pocos kilómetros de Belén?, no se habían percatado de lo que estaba sucediendo. Mientras los magos caminaban, Jerusalén dormía”, explicó.

Sostuvo que, como dormía bajo la “anestesia de una conciencia cauterizada”, Herodes “quedó desconcertado” y “tuvo miedo”.

Aquel desconcierto frente a una novedad que “revoluciona la historia”, siguió, hizo que se encerrase en si mismo, en sus logros, sus saberes y sus éxitos, como aquel que está sentado sobre su riqueza sin ver más allá.

“(Es) un desconcierto que brota del corazón de quién quiere controlar todo y a todos. Es el desconcierto del que está inmerso en la cultura del ganar cueste lo que cueste; en esa cultura que sólo tiene espacio para los ‘vencedores' y al precio que sea”, ilustró.

“Un desconcierto que nace del miedo y del temor ante lo que nos cuestiona y pone en riesgo nuestras seguridades y verdades, nuestras formas de aferrarnos al mundo y a la vida. Y Herodes tuvo miedo, y ese miedo lo condujo a buscar seguridad en el crimen”, añadió.

Más adelante, el líder católico recordó que los hombres de Oriente fueron a buscar a Jesús al palacio, “signo de poder, de éxito, de vida lograda”, donde vivía un rey respetado, adulado y temido pero “no necesariamente amado”.

Ellos, aclaró, debieron emprender otro camino hasta descubrir “un Dios que quiere ser amado”, que no humilla, no esclaviza y no encierra. Eso, aclaró, sólo es posible “bajo el signo de la libertad y no de la tiranía”,

“Herodes no puede adorar porque no quiso y no pudo cambiar su mirada. No quiso dejar de rendirse culto a sí mismo creyendo que todo comenzaba y terminaba con él”.

“No pudo adorar porque buscaba que lo adorasen. Los sacerdotes tampoco pudieron adorar porque sabían mucho, conocían las profecías, pero no estaban dispuestos ni a caminar ni a cambiar”, dijo.

“Los magos pudieron adorar porque se animaron a caminar y postrándose ante el pequeño, postrándose ante el pobre, postrándose ante el indefenso, postrándose ante el extraño y desconocido niño de Belén descubrieron la gloria de Dios”, ponderó.

Ciudad del Vaticano, 6 Ene (Notimex).- Francisco aseguró hoy que los Reyes Magos “no querían más de lo mismo” porque estaban cansados de los “Herodes de su tiempo”, los “profetas de la desventura”, los “pequeños ídolos” a los cuales se le rinde culto: el poder, la apariencia y la superioridad.

Durante la misa de la Epifanía, ante más de cuatro mil fieles congregados en la Basílica de San Pedro en una fría mañana romana, el Papa reflexionó sobre la historia de los magos de Oriente que se pusieron en camino para adorar a Jesús porque “tenían el corazón abierto al horizonte”.

Ellos supieron ir más allá de los “esquemas mundanos” y se alejaron de los “ídolos que solo prometen tristeza y esclavitud”, estableció.

Los reyes supieron ver lo que el cielo les mostraba (la estrella), estuvieron abiertos a la novedad y representan a los “hombres creyentes” de hoy, los que tienen “nostalgia de Dios” y no han dejado se les anestesie el corazón, indicó.

Sostuvo que la “santa nostalgia de Dios” permite rechazar los “intentos reductivos y empobrecedores de la vida”, saca de los “encierros deterministas” que llevan a pensar que “nada puede cambiar”, rompe con los “aburridos conformismos” e impulsa a comprometerse por ese cambio anhelado.

Así –continuó- el “creyente nostalgioso” busca a Dios, va a la periferia, a la frontera y “lejos de hacerlo con una postura de superioridad” lo hace como un mendicante que no puede ignorar a quienes no creen.

“Como actitud contrapuesta, en el palacio de Herodes ¿que distaba muy pocos kilómetros de Belén?, no se habían percatado de lo que estaba sucediendo. Mientras los magos caminaban, Jerusalén dormía”, explicó.

Sostuvo que, como dormía bajo la “anestesia de una conciencia cauterizada”, Herodes “quedó desconcertado” y “tuvo miedo”.

Aquel desconcierto frente a una novedad que “revoluciona la historia”, siguió, hizo que se encerrase en si mismo, en sus logros, sus saberes y sus éxitos, como aquel que está sentado sobre su riqueza sin ver más allá.

“(Es) un desconcierto que brota del corazón de quién quiere controlar todo y a todos. Es el desconcierto del que está inmerso en la cultura del ganar cueste lo que cueste; en esa cultura que sólo tiene espacio para los ‘vencedores' y al precio que sea”, ilustró.

“Un desconcierto que nace del miedo y del temor ante lo que nos cuestiona y pone en riesgo nuestras seguridades y verdades, nuestras formas de aferrarnos al mundo y a la vida. Y Herodes tuvo miedo, y ese miedo lo condujo a buscar seguridad en el crimen”, añadió.

Más adelante, el líder católico recordó que los hombres de Oriente fueron a buscar a Jesús al palacio, “signo de poder, de éxito, de vida lograda”, donde vivía un rey respetado, adulado y temido pero “no necesariamente amado”.

Ellos, aclaró, debieron emprender otro camino hasta descubrir “un Dios que quiere ser amado”, que no humilla, no esclaviza y no encierra. Eso, aclaró, sólo es posible “bajo el signo de la libertad y no de la tiranía”,

“Herodes no puede adorar porque no quiso y no pudo cambiar su mirada. No quiso dejar de rendirse culto a sí mismo creyendo que todo comenzaba y terminaba con él”.

“No pudo adorar porque buscaba que lo adorasen. Los sacerdotes tampoco pudieron adorar porque sabían mucho, conocían las profecías, pero no estaban dispuestos ni a caminar ni a cambiar”, dijo.

“Los magos pudieron adorar porque se animaron a caminar y postrándose ante el pequeño, postrándose ante el pobre, postrándose ante el indefenso, postrándose ante el extraño y desconocido niño de Belén descubrieron la gloria de Dios”, ponderó.




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