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Encanto inesperado

Mérida sabe cómo llegar al corazón de los viajeros

Mérida, Yucatán

Encanto inesperado

Si esa primera impresión no provoca en el viajero un recuerdo indeleble, entonces la Ciudad Blanca habla al oído, con poesía en la trova yucateca, amor hondo en el canto y alegría en la jarana. A veces, incluso, con palabras mayas que emocionan a quienes desean palpar las raíces más profundas de esta tierra.

Para quienes se resisten a caer rendidos ante tales versos, esta capital tiene un último recurso: conquistar a través del estómago.

SU GASTRONOMÍA

La gastronomía yucateca tiene cientos de recetas, muchas de ellas ahora reinterpretadas por chefs para darles un toque moderno.

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En todo el destino hay un festín de sabor. Nadie desaira unos tacos de lechón al horno de la taquería La Lupita en el Mercado de Santiago, unos papadzules veganos de la Hacienda Teya o un relleno negro del restaurante Manjar Blanco, sólo por mencionar algunos.

“Sí somos cochinita pibil y panuchos, pero somos mucho más. Sólo hay que animarse a probar”, dice Miriam Peraza, fundadora del Encuentro de Cocineras Tradicionales de Yucatán.

“Comer enamora profundamente, y aunque nos conocen por dos o tres guisos, en realidad hay más de 400. Uno para cada día del año y para todos, vegetarianos y carnívoros”, agrega Pedro Medina, copropietario de la taquería La Lupita.

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SUS CALLES

Si las delicias culinarias no bastan, Mérida siempre regala momentos inesperados a quien camina por las calles de su centro histórico.

Así, mientras se come en el mercado, de pronto surgen los dulces acordes de una viola, en manos de Miguel Ávila, para crear una atmósfera serena.

O, al recorrer el Teatro Peón Contreras, toparse con Juan Carlos Lomónaco, director de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, y aceptarle la invitación a escuchar el ensayo de lo que presentarán el fin de semana.

Mérida es una de las ciudades más hermosas y tiene una tradición cultural muy importante, con un público extraordinario que motiva a todas las partes”, expresa el director.

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PASEO MONTEJO

Muy cerca del centro histórico está Paseo Montejo, con espléndidas mansiones del siglo 19. Al andar tranquilamente frente a ellas, las puertas de algunas se abren para saciar el deseo de conocer aquella época en la que el henequén trajo fortuna a varias familias de la región.

El Palacio Cantón alberga al Museo Regional de Yucatán y la casa museo Quinta Montes Molina muestra cómo se vivía hace más de un siglo. Esta última conserva el mobiliario antiguo, pero su hermosura se acentúa con los perfectamente conservados pisos, techos y candiles.

Otro ícono es Rosas & Xocolate, sitio que revivió esta avenida considerada los Campos Elíseos de Mérida. A través de este hotel boutique y restaurante, la ciudad encontró una razón para recuperar su antiguo esplendor.

A unos pasos de esta lujosa estadía, apenas hace un mes abrió la fábrica de chocolate artesanal Cacao, a cargo de los empresarios Astrid y Patrick Laurent, quienes buscan deleitar el paladar con cacao mezclado con sal, clavo, jengibre y canela, entre otros ingredientes.

Además, justo a la altura del Monumento a la Patria, lo más curiosos hallarán el restaurante K’u’uK, del chef Pedro Evia.

Así, en una encantadora zona, el viajero se enamora de esta ciudad y del orgullo meridano que, sólo con música romántica, comida de sobra y espléndida arquitectura, puede sentirse y entenderse.

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