buscar noticiasbuscar noticias

El ‘Made in America’ por inmigrantes

Donald Trump olvida lo que aportan los directivos de origen foráneo a las empresas estadounidenses cuando ataca la entrada de extranjeros

Elon Musk, de 45 años, fundador de la marca de coches Tesla, es originario de Sudáfrica. Jan Koum, de 40 años, consejero delegado de Whats-App, llegó de Ucrania en 1992, justo después de la caída de la URSS. Jeffrey Skoll, de 51 años, cofundador de eBay, nació en Montreal (Canadá). Abdulfattah Jandali, el padre biológico de Steve Jobs, el fundador de Apple, es sirio (la madre es suiza). Y Sundar Pichai, de 44 años, consejero delegado de Google, se crió en una familia humilde que vivía en Chennai (antes Madrás), en India.

Sundai Pichar, consejero delegado de Google.El ‘Made in America’ por inmigrantes

Muchos de estos empresarios de origen extranjero prosperan en Silicon Valley, plantando cara a los decretos de Donald Trump que quieren limitar la inmigración. Sergey Brin, el cofundador de Google, es de origen ucranio. En 1979, cuando tenía seis años, sus padres huyeron de Rusia en un momento en que ésta se veía azotada por una ola de antisemitismo. Hoy en día, el ingeniero no ha dudado en sumarse a la multitud de manifestantes que se oponen a cualquier endurecimiento de las normas relacionadas con la inmigración. 

Según Michael Yazigi, un profesor de estrategia del IMD que es estadounidense, “cerca del 40% de las empresas que aparecen en la clasificación anual de las 500 empresas estadounidenses más importantes de la revista Fortune están dirigidas por consejeros delegados inmigrantes o hijos de inmigrantes. Y la mitad de las start-ups de Silicon Valley han sido fundadas por inmigrantes”.

Estos directivos de origen extranjero que dirigen pequeñas o grandes empresas estadounidenses no trabajan exclusivamente en la cima de la tecnología. Indra Nooyi, por ejemplo, nacida en India, dirige desde hace 10 años el gigante PepsiCo, una de las empresas históricas de EE UU. Y el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch, que tiene unas ideas parecidas a las del presidente de EE UU, emigró desde Australia en 1985. Y también hay que mencionar a los miles, o incluso decenas de miles, de directivos, especialistas e investigadores que trabajan más en la sombra, pero que participan plenamente en el éxito de los grandes nombres estadounidenses de la industria o de los servicios. La revista Forbes, en una edición especial dedicada a las 400 personas más ricas de EE UU, ha analizado en detalle a todos estos inmigrantes.

Como, por ejemplo, esta pareja de empresarios. “Vinimos aquí prácticamente sin nada”, afirman Do Won y Jin Sook Chang, que emigraron de Corea del Sur en 1981 para iniciar una aventura en California. El hombre, Do Won, que por aquel entonces tenía 22 años, compaginaba tres pequeños trabajos a la vez, mientras que su compañera, que tenía 25 años, era peluquera. 

Actualmente, la pareja dirige un imperio en el comercio minorista, valorado en unos 3.000 millones de dólares. En comparación con esta historia de éxito que el estadounidense de la calle adora, hasta la trayectoria profesional de Donald Trump parece insignificante.

Una lista larga

La lista es muy larga. Len Blavatnik, que vivió su momento de gloria al desarrollar el gigante petrolero TNK-BP, abandonó Ucrania en 1978. John Tu, de 75 años, y David Sun, de 65, que codirigen Computer Hardware, también pusieron todas sus energías y todos sus conocimientos al servicio de una empresa californiana. El primero, nacido en China antes de trasladarse a Taiwán, llegó a EE UU en 1971 después de haber estudiado en Alemania. Y el segundo, que es originario de la antigua Formosa, desembarcó en California en 1977. Su empresa tiene 3.000 empleados. Jorge Pérez, que es de origen argentino, llegó de Cuba en la década de 1960 e hizo fortuna en el sector inmobiliario, al igual que Donald Trump, pero sin que su padre le echase una mano. “En EE UU te juzgan según lo que hayas hecho. En Latinoamérica, según la familia a la que pertenezcas”, confesaba a Forbes este promotor inmobiliario que se enorgullece de haber gestionado 90.000 viviendas en Florida.

Sigamos. El financiero George Soros huyó de Hungría en 1956. Su compatriota Charles Simonyi vino, como muchos otros inmigrantes, a estudiar en las prestigiosas universidades estadounidenses: ingeniería y matemáticas en Berkeley, y luego ciencias informáticas en Stanford. El estudiante nunca volvió a Budapest. Hoy en día, es uno de los principales directivos de Microsoft.

Según Michael Yazigi, las ventajas que tiene para una empresa el estar dirigida por un inmigrante tienen que ver con una combinación de dos factores: una visión global profunda, útil para las empresas internacionales, y un elevado nivel de energía y de motivación, porque, en parte, eso es lo que les ha permitido superar los obstáculos relacionados con la inmigración y adaptarse a una nueva cultura. El profesor del IMD añade que las empresas van a buscar cada vez más talentos en el mundo entero.

¿Es “políticamente correcto” afirmar que el éxito de una empresa está relacionado con su apertura a los talentos que vienen del extranjero? “Ni los directivos, ni los accionistas de una empresa correrían el riesgo de ponerla en peligro solo para ser políticamente correctos”, responde Michael Yazigi.

Y en cuanto a este origen extranjero de los altos directivos estadounidenses, hasta el actual ocupante de la Casa Blanca lo tiene. Donald Trump, que hostiga a los fabricantes automovilísticos alemanes, tiene un lejano origen germánico. En realidad, no tan lejano: el 17 de octubre de 1885, el barco alemán de su abuelo, Friedrich Trump, atracó en Manhattan. Como otros miles de europeos, su abuelo huía de las guerras europeas y de todas las desgracias que llevaban aparejadas, para vivir plenamente la aventura estadounidense. Según Gwenda Blair, la biógrafa de la familia, Friedrich Trump era originario de Kallstadt, un pequeño pueblo bávaro del Palatinado. No se sabe si, al enterarse de las ideas de su nieto, Friedrich Trump se habrá retorcido en su tumba.




DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD